HUMOR

Según reconocieron en su momento sus padres, abuelos y tatarabuelos, Bruno nació con el sentido del humor incluido, aunque después de varias controversias al respecto, concluyeron que ningún familiar cercano o lejano se lo pudo haber heredado.

Tanto sus frases como sus preguntas infantiles revelaban habitualmente una agudeza verbal inusual en un ser humano tan pequeño, salvo esta ocurrencia que su antepasada no le perdonó nunca: Ma, ya sé porque la abuela está tan arrugada, pasa todo el tiempo bañándose.

Pasado mucho tiempo con su don sin mucho usar por no elegir ser humorista de profesión, al terminar su carrera de ingeniero en sistemas Bruno entró a trabajar en una prestigiosa multinacional dedicada a la inteligencia artificial. Sin embargo, Nadia, su compañera de vida advirtió insidiosamente aburrimiento a raíz de su trabajo, porque las bromas que la habían seducido cuando eran novios cobraron poco a poco tintes de mal gusto los cuales, en lugar de amenizar sus veladas con risas compartidas instalaron molestias: “Me siento incómoda con tus chistes desavenidos” lanzó Nadia una tarde. ¿Será que aún no llega a casa mi esposo él del humor poético? Bruno. recibió la indirecta tal un puñal que le atravesó el pecho. Pero éste no resultó ser el peor momento, sino cuando Nadia sacó su celular para entablar una conversación virtual con Cortana a fin de averiguar si podía elevar el nivel de humor a uno más refinado o por lo menos que no fuera ofensivo. Retó a la IA pidiéndole un discurso compasivo relacionado con las personas que mueren al ser alcanzadas por la caída de rayos durante tormentas eléctricas en espacios urbanos o naturales. Bruno había permanecido callado durante el diálogo entablado por Nadia, recordando que lo inaudito no conlleva forzosamente gracia sino a veces todo lo contrario y que Cortana no iba a poder distinguir entre uno y otro. A Bruno le fueron suficientes algunos segundos para rememorar lo que más le causaba risa a Nadia: ver videos de perros y gatos realizando actos aparentemente imposibles como hacer yoga, cantar o salirse de un espacio escrutando como humanos las posibilidades de escape. De pronto lanzó: “Voy a renunciar a mi trabajo”. Es una broma, verdad interrogó Nadia pasmada. “No, es lo más serio que escucharas decir esta tarde. Voy a realizar mi sueño de ser estandopero”. Dirigiéndose a Cortana, le dijo: cuéntame adivinanzas chistosas. La voz impasible de la IA contestó que no estaba programada ni entrenada para contestar preguntas con doble sentido, eso que llaman los humanos humor está fuera de mi alcance, admitió cerrando la aplicación a modo de conclusión. “La IA no puede manejar el sentido del humor por más que nos esforcemos en alimentarla con materiales escritos por humanos talentosos. El humor es como el amor, fuera del alcance de las máquinas”. Nadia sonrió. Su esposo estaba de vuelta.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM