loader image

 

CONEXION

 

El celular de Octavio llevaba interpretando las 4 estaciones de Vivaldi en su versión digital por más de un minuto. Durante este lapso, el aparato en modo vibratorio había también recorrido un arco semicircular en la mesa donde se encontraban festejando el segundo puente vacacional del año. Circunspecta, Emilia observaba el nombre del llamante envuelto en un movimiento insistente y la no reacción de su pareja. ¿No vas a contestarle a tu jefe? No, contestó Octavio firme, son las ocho de la noche, tengo derecho a desconectarme de la oficina y, tomando la mano de Emilia para depositar en sus dedos un beso amoroso, estamos de vacaciones hasta el lunes a las ocho de la mañana. Te va a mandar mensajes entonces, tu jefe no se va a rendir tan fácil, agregó algo temerosa recordando momentos sentimentalmente importantes para la pareja arruinados en un segundo. Ya nos amoló la mitad de nuestras vacaciones a Canadá, varios días de descanso en la playa y eso sin mencionar el día de tu cumpleaños cuando…

“La única conexión que voy a tener será contigo”, aseguró Octavio invitando a su prometida un sorbo de vino tinto de su propio vaso. Apagó su celular, quitando así las posibilidades de ser interrumpido por mensajes escritos o de voz. “Vamos a cocinar una nueva receta de pay salado y luego… ya verás lo que te tengo preparado, es una sorpresa para la mujer más consentida del planeta durante este puente”.

Octavio le pidió a Emilia ir a dejar su celular en el lugar más apartado de la casa, así que ella lo colocó encima de la lavadora para evitar tentaciones innecesarias. Octavio aún podía refugiarse en el baño para consultar a escondidas sus recados. Mientras tanto, él aprovechó para poner un mantel, una vela aromática en el centro de la mesa y decorarla con piedras naturales y flores. Emilia se quedó sin palabras al descubrir el espacio transformado por acto de magia.

Desde el día en que se conocieron, un día memorable, registrado en sus corazones como mágico por la atracción mutua e incomprensible que compartieron, habían permanecido unidos por un intenso vínculo invisible que les hacía vivir un amor digno de Claire y Jamie en la serie Outlander, un sentimiento más allá de las historias comunes que conocían. No sería exagerar decir que Emilia, u Octavio, estaría dispuesto a cambiar el aspecto que fuera de su vida con tal de seguir juntos por siempre, o tal vez más tiempo. La frase trillada de ser el uno para el otro resonaba exacta para calificar su relación.

Tocan a la puerta. Emilia piensa en la sorpresa de Octavio. Sale a abrir con un brillo muy conocido imaginando un grupo musical, una entrega especial de Champagne para acompañar la cena, o…

Ignorando a una Emilia estupefacta que estorbaba adrede el paso, el hombre vestido de traje y corbata se dirigió hacía Octavio quien empezó a sudar, no por las temperaturas extremas de la primavera, ni por la presencia de la mujer de sus sueños, sino por la presencia inexplicablemente inoportuna de su jefe en su domicilio. “Disculpa Octavio, creo que tu teléfono se quedó sin batería. Te mandé tu boleto de avión a Monterrey por email. Sales mañana a las 5am. Pablo Bosques acaba de volvernos a contratar. La competencia no le resultó. Te dejé el contrato para firmar en la plataforma”.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM