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Un sujeto estético para todo objeto cotidiano (Primera parte)

 

La labor del escritor es un acto creativo. Toman los objetos cotidianos: físicos, ideales, tangibles, intangibles, y nos los dan a sus lectores convertidos. Una realidad transfigurada que, pensábamos, era invariante, sólida, definitiva. Por ello, este acto creativo es, en sí mismo, un acto revulsivo; un modo de radicalidad.

“Un libro no acabará con la guerra ni podrá alimentar a cien personas, pero puede alimentar las mentes y, a veces, cambiarlas”, nos dice Paul Auster. Por su parte, Ricardo Garibay nos advierte: “la literatura es la unión de las palabras bajo la especie de la belleza”.

El contenido que en adelante se expone es un reconocimiento a la labor creativa del escritor, en especial, al acto revulsivo que, sobre los objetos cotidianos, oficiaron Paul Auster, quien falleció, a sus 77 años, este 30 de abril, y Ricardo Garibay, quien cumple su 25 aniversario luctuoso, este 3 de mayo.

Si la presente colaboración alude a un sujeto estético es porque, en lo aquí expuesto, se retoma la relación sujeto/objeto, esto es, porque la estética es una transfiguración del proceso cognitivo humano en dicha relación. También, al aludir a la labor del escritor, dos componentes relativos al lenguaje, son aquí también retomados: el sentido y el significado.

La labor del escritor es un acto estético que trastoca la relación sujeto/objeto a través del sentido y el significado. Cómo, esto es, cómo sucede dicho trastocamiento o transfiguración: revirtiendo el rumbo degenerativo de la materia y la energía.

El acto estético, de acuerdo con José Vasconcelos, revierte el impulso energético que, a pesar de transformarse, según Lavoisier, con cada cambio tiende a la degradación; de ahí que busquemos, constantemente, fuentes de energía; el humano tiene una en la estética.

Para Vasconcelos, a través de tres órdenes, la estética actúa revulsivamente en los objetos: el físico, el biológico, el espiritual; así, ascendentemente. Y, en cada orden, una estructura se conforma: átomo, célula, alma, respectivamente.

Según el orden en donde se encuentre, la relación sujeto/objeto se concreta de determinado modo. En el orden físico/sensorial predomina el objeto sobre el sujeto; en el orden biológico/ético, sujeto y objeto se igualan; mientras que en el orden espiritual/estético, el objeto se integra en el sujeto.

Asimismo, el sentido y el significado. En el orden físico, el significado actúa como concepto, pues atiende el aspecto externo y formal del objeto; en el orden biológico, el significado deja de ser concepto y el objeto u obiectus, “poner enfrente” en latín, es alcanzado, digámoslo así, por el sujeto. El plano espacio/temporal del orden físico se convierte en un plano moral y cualquier conducta, acto o idea, es valorado conforme a acontecer voluntario y norma ética.

Finalmente, Vasconcelos ubica al sentido en el orden del espíritu/estético, el cual, por la revulsión ascendente del acto estético en los objetos, no sólo incluye los dos órdenes anteriores, sino que, “forma parte de esfera nueva de existencia, el árbol que nos cobijó durante el paseo campestre o el celaje fugitivo que deslumbró un instante de nuestro existir”; aunque esto será tratado en la siguiente colaboración.

* Profesor de Tiempo Completo de El Colegio de Morelos.