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Lilia Suárez nos dejó hace poco menos de una semana, tan solo unos cuantos días después de que La Jornada Morelos tuviera la oportunidad de entrevistarla para su sección “De Viva Voz”; material que hoy se publica en estas páginas.

La empresaria fue un ejemplo de libertad, responsabilidad, tesón, entrega, generosidad y amor irrestricto.

Lilia Suárez tuvo que trabajar duramente para ganarse su lugar en uno de los múltiples negocios de su padre, el Hotel Casino de la Selva en Cuernavaca. Ella siempre tuvo presente que ser hija del potentado Manual Suárez y Suárez no le garantizaba conservar el lugar que ella llegó a ocupar en la administración del Hotel.

Así es que Lilia hizo lo que cualquier persona razonable y responsable haría: trabajar. Y lo hizo muy de manera excelente. Si bien su padre era el dueño del Hotel, fue Lilia quien lo llevó a los niveles de importancia que llegó a tener no solo como hotel, sino como el centro cultural y de negocios más importante que en sus tiempos hubo no solo en Morelos, sino en todo México.

La capacidad emprendedora que demostró Lilia le granjeó la confianza irrestricta de su padre y la hizo el vértice del Casino de la Selva, que, gracias a ella, vivió su época de oro.

Además, supo valorar e impulsar el trabajo de cientos de artistas, pintores, escultores, escritores y actores. Las galerías del Casino, su teatro y foros abrieron espacios invaluables no solo a los artistas de renombre sino también a muchos cuya madurez llegaría más adelante y que enriquecerían el espectro cultural de todo el país.

Esa combinación de sensibilidad artística, cultura, oportunidad para los negocios y generosidad, la colocan en una escala única de gente que sabe para qué sirve el dinero; pero Lilia también tenía el carácter para no derrotarse cuando el dinero no abundaba.

Nunca cerró su casa ni su corazón, y mantuvo cerca a su familia y a sus amigos. Al final, Lilia se fue como vivió, rodeada por el amor de quienes tuvieron el placer de conocerla, presentes y ausentes.

Con su recuerdo, Lilia Suárez también nos deja su ejemplo y a Cuernavaca -y a todo Morelos- el testimonio de una gran mujer mexicana.