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Que dice mi Mamá que siempre no…

 

Sin duda las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador respecto del aplazamiento de su promesa de campaña en materia de salud no es una sorpresa para el país. El Presidente debió entender que uno de los temas más complicados de atender y de resolver desde el inicio y en todos los tiempos ha sido la salud pública.

Es decir, el 28 de febrero del año pasado por segunda ocasión afirmó que a finales de ese año el país gozaría de un sistema de salud sano y eficiente. Nada más alejado de la realidad y pospuso esa fecha para el pasado 1 de marzo del 2024. Lo que tampoco ocurrió y es que AMLO se acostumbró a decir cosas y que el pueblo se las creyera.

El tema de la salud pública es mucho más complejo de entender que solo la promesa o el intento de resolver el problema, distintos factores inciden para que la visión del Presidente, sea si quiera medianamente alcanzable, es decir la salud en México desde la concepción legislativa es gratuita y universal y ahí el detalle de su complejidad.

El Estado, debe hacer primero una especie de estudio situacional de los servicios de salud, de sus instalaciones hospitalarias, de su personal médico y de enfermería. De las necesidades de abasto médico por región y de diversos factores que influyen en la correcta atención médica.

No es un tema solo de infraestructura, es un reto de administración de los recursos de salud. De fiscalización de los recursos de salud, de administrar con eficiencia los recursos y dotar al personal médico de los insumos necesarios para que los pacientes y la población en general puedan acceder a estos en condiciones de igualdad y certeza.

El principal problema de la salud publica en México es la corrupción de la gestión administrativa. Los recursos que llegan a los servicios de salud son inmensos, es decir, el dispendio en la compra de insumos médicos, aparatos, servicios subrogados, pero sobre todos medicamentos y la gestión en el proceso de atención y operaciones quirúrgicas es siempre susceptible de corrupción.

Por ejemplo, una derechohabiente debe esperar al menos 6 meses para ser atendida de un tumor en el cerebro por que la mala gestión y administración de los sistemas de salud no le permiten acceder al tercer nivel de forma óptima.

Soy un convencido que el tema de las medicinas tiene que regresar el control central de las instituciones a través de compras consolidadas. Hoy el 95% del desabasto médico se traduce en 15 millones de recetas no surtidas en el país y eso tiene que ver con la mala gestión y la mala administración de los servicios de salud en las entidades federativas.

El tema es que no existe una coordinación de los servicios de salud federales con las entidades federativas y sobre todo no existe un esquema de prevención de enfermedades comunes, que haya contado también con un estudio previo de la densidad demográfica, de la cantidad de habitantes, de la cantidad de médicos y enfermeras que se necesitan para atender a la población en cada región del país.

Antes de intentar federalizar los servicios de salud y obligar a los estados a participar y a firmar este esquema que hoy es vigente y no porque sea vigente significa que hoy es suficiente, tenemos que encontrar la forma de saber cuántos somos, quiénes somos, que nos duele, dónde estamos, que padecemos y que necesitamos en materia de salud y antes que cualquier cosa, tendríamos que transitar al tema de la prevención de las enfermedades como parte fundamental de un proceso de cambio en el esquema público de salud y la asistencia social.

Por ejemplo, en Cuernavaca, la clínica de medicina familiar con un elefante blanco atrás al que se le metieron miles y miles de millones de pesos en la pandemia y hoy, sólo atiende operaciones ambulatorias de cataratas los sábados, cuando más de 123,000 derechohabientes del ISSSTE en Cuernavaca tienen que ir a Zapata atender enfermedades como gripe o calenturas o dolor de estómago.

Esa, es una mala gestión administrativa de los servicios de salud, sólo por hablar del ISSSTE y ahí es cuando los recursos tendrían que ser aplicados de manera correcta para que las políticas públicas emanadas del sector salud fueran eficaces, eficientes y dieran resultados directos a la población.

En el sistema de salud pública en México hay un deterioro de más de 30 años que debimos atender hace más de seis y hoy sigue siendo un pendiente de la 4T, un asunto sin resolver y desgraciadamente una promesa de campaña incumplida.

*Padre de familia, político y soñador en busca siempre de un mejor Morelos para todos.