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En nuestra azarosa historia no se puede juzgar a sus protagonistas con el rigor de encasillar a sus personalidades en el negro o en el blanco, hay matices y por lo general ni todos fueron tan buenos ni todos tan malos. Al final hay que recordarlos como hombres y mujeres de carne y hueso, con yerros y aciertos.

Miguel Hidalgo es sin duda el Padre de la Patria, sin embargo, su poca pericia en la conducción del Ejército Insurgente, llevo a Allende a romper con el cura de Dolores y a buscar su relevo en el mando, Guerrero fue el héroe de la etapa de la Resistencia y quien consumó con Iturbide la independencia, pero también quien lideró el primer golpe de Estado en nuestra vida republicana: el Motín de la Acordada. Santa Anna es el villano al cual se le atribuye el desastre de 1847-1848, pero, aun así, derrotó al intento español de reconquista en 1829 y perdió una pierna combatiendo a los franceses en Veracruz en 1838. Miramón fue fusilado con Maximiliano, pero antes fue Niño Héroe en Chapultepec. Juárez venció a la intervención, al imperio y restauró la república, pero también aceptó el Tratado Mclane-Ocampo. Los próceres de la Revolución Mexicana son tal vez la manifestación más grafica de las luces y sombras que distinguen a nuestros héroes.

Hay también contados casos de personajes como Victoriano Huerta, figura que jamás podrá ser rehabilitada y mención aparte los traidores, aquellos a los cuales no se les puede atribuir militancia a bando alguno como por ejemplo ser conservadores o liberales, federales o revolucionarios, porque simple y llanamente traicionaron a su patria. Es aquí donde surgen el yucateco Lorenzo de Zavala y la duranguense Mónica Palencia.

Lorenzo de Zavala, nació en Mérida en 1788, al igual que muchas mentes intelectuales de la época, estudio previamente en el seminario. Para principios del siglo XIX, se unió a los Sanjuanistas, grupo de criollos yucatecos que comulgaron con las ideas de la ilustración y la revolución francesa, fueron el embrión de las futuras aspiraciones separatistas yucatecas. Los acontecimientos a partir de 1810, orillaron a los Sanjuanistas a unirse a los insurgentes, Zavala defendió la causa de la independencia de México con su pluma, en ese entonces también se mostró como un ferviente federalista, lo que valió ser encarcelado en San Juan de Ulúa. Formó parte del primer congreso constituyente mexicano, del cual fue presidente tras la caída del imperio de Iturbide. Posteriormente, fue brevemente gobernador del Estado de México. Apoyo a Vicente Guerrero en el ya mencionado Motín de la Acordada, y al triunfar Guerrero, lo hizo su Secretario de Hacienda, donde desplegó una intensa actividad. Tras su paso por tan importante ministerio, Zavala representó diplomáticamente a México en Francia y al volver se instaló en la Texas que formaba parte del estado de Coahuila. Cuando estalló la rebelión de los colonos tejanos en contra del gobierno mexicano, Zavala asombrosamente y a pesar de ser un personaje distinguido en la esfera política mexicana, se unió a los rebeldes, sirvió como traductor a Samuel Houston. Increíblemente fue nombrado diputado de la república tejana y su vicepresidente en 1836, esto ocasionó que lo despojaran de la nacionalidad mexicana y que fuera considerado en México el referente del traidor por excelencia. Zavala pretendió justificar sus acciones amparándose en un espíritu liberal y federalista, sin embargo, omitió señalar ser dueño de grandes extensiones de tierra en Texas con lo cual antepuso su prosperidad personal a la integridad territorial de México. El gusto como tejano le duró poco pues para fines de ese mismo 1836, al navegar por un rio, cayó al agua desde un bote, contrajo neumonía y murió pocos días más tarde.

A propósito de los recientes sucesos del viernes pasado en Quito, cuando contrariando los principios más elementales del Derecho internacional y lo dispuesto por la Convención de Viena, tropas ecuatorianas asaltaron la embajada de México, en un atropello sin precedentes que no ocurrió ni siquiera en el Chile de Pinochet y que derivó en el rompimiento de relaciones diplomáticas entre ambas naciones, surgió otro episodio igual de vergonzoso en esa república bananera en la que se ha convertido el Ecuador de Noboa.

La actual Ministra de Gobierno y encargada del Ministerio del Interior de la república del Ecuador es Mónica Rosa Irene Palencia Núñez. La funcionaria y Doctora en Derecho nació en la norteña ciudad de Durango donde se recibió como Licenciada en Derecho en 1986. Según su perfil en Wikipedia, a los 21 años emigró al Ecuador donde continuó sus estudios, se especializo en Ciencias Sociales y Derecho Penal, ahí también desarrolló su trayectoria profesional.

Con la llegada de Noboa al poder el pasado mes de noviembre se le otorgo la nacionalidad ecuatoriana, se presume que aún conserva la mexicana, y fue nombrada ministra de las dos carteras referidas. Como Titular del Ministerio de Gobierno, Palencia es la cabeza de la Policía Nacional, cuyos efectivos asaltaron la embajada mexicana. Al oprobio de la toma violenta de la sede mexicana y la agresión física al embajador ad interim Roberto Canseco, se suma que la operación fue dirigida por una mexicana, hoy el fantasma de Lorenzo de Zavala no se ha ido, ya que, en la persona de Mónica Palencia, cabalga vigorosamente en las estribaciones del Macizo de los Pichinchas.

*Escritor y cronista morelense.