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Ayer nuestro estado vivió dos momentos de espacial significado. Primero, en la capital, miles marcharon por la paz y la justicia, como explicó, Eduardo Lazcano Ponce, director general del Instituto Nacional de Salud Pública cuyos profesores, investigadores y estudiantes convocaron a la movilización.

La comunidad del INSP, como todos los morelenses, se encuentra indignada tanto por la violencia rampante que vivimos, como por la falta de dedicación de las autoridades y encargados de la seguridad en el estado.

Lazcano Ponce nos pidió a todos que no hagamos a la violencia y al temor parte de nuestras vidas, que no normalicemos la inseguridad, sino que lo combatamos como lo que es: un problema, y grave, de salud pública.

El clamor ciudadano fue imponente y también muy significativo que a la movilización se sumaran espontáneamente decenas de ciudadanos que coinciden con el lema de la manta que encabezaba la marcha: “¡No más violencia!”.

Alguien tiene que escuchar que no estamos a gusto, que lo que el estado necesita es ponerse a trabajar sin temor y sin pago de piso, que la violencia en Morelos ya colmó la paciencia de la ciudadanía.

Es por eso por lo que la marcha de Cuernavaca fue, si, para pedir justicia para los asesinatos de inocentes en Huitzilac, de tres personas que buscaban mejorar sus vidas trabajando en favor de la comunidad, pero también por la paz que todos necesitamos y que ya nos urge. Por eso miles marcharon bajo el sol y el mismo lema. “¡No más violencia!”

Un desfile por la hermandad

Mientras en Cuernavaca la empatía de los vecinos los hacía sumarse a la demanda por la paz, en Xoxocotla se celebraba la hermandad con Chiapa de Corzo, ambas comunidades orgullosamente indígenas.

La identificación mutua hizo desfilar a Chinelos morelenses al lado de los Parachicos chiapanecos. enmarcados por un par de docenas de mujeres ataviadas con vestidos cuyos bordados brillaban bajo el sol mientras se paseaban por el centro xoxocotleco. Celebraban la hermandad entre Chiapa de Corzo y Xoxocotla, de Chiapas y Morelos.

Una muestra de que no importan los detalles y los matices, en el fondo somos los mismos, aunque hayamos nacido en diferentes latitudes.

Así es que ambas manifestaciones, la de Cuernavaca y la de Xoxocotla, en el fondo, son muy similares. Ambas proponen la paz y el entendimiento como bases de nuestra vida futura, como requisito para la prosperidad y la alegría.

Ojalá, en un futuro no muy lejano, en Morelos solo asistamos a desfiles de hermandad y dejemos, enterradas en el pasado, las marchas de protesta.

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