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Leila Guerriero y su brújula-corazón

 

Todo intento por definir el periodismo que práctica Leila Guerriero está destinado al fracaso, a la ambigüedad que se desbarranca en el vacío, a un balbuceo pleno de perplejidad. Se podría decir que no hay forma de capturar con una definición un ejercicio donde la mirada se encarga de pasearse, sigilosamente, por las nervaduras de la realidad, a la manera de esos seres que les transmite a las palabras un don novelístico. Pero no es literatura lo que trama el fino tejido con el que Leila Guerriero confecciona sus libros, sino algo más cercano al mundo de los sueños. Pero no el mundo de los sueños visto desde afuera y a posteriori, sino más bien ese planeta onírico entendido desde sus profundidades, donde no se está soñando sino viviendo la realidad.

Una muestra contundente de ese periodismo que práctica Leila Guerriero está en un libro que ya desde su título contine un sentido de modestia premonitorio: Una historia sencilla. Las dos primeras líneas se abrazan al misterio: “Esta es la historia de un hombre que participó en una competencia de baile”. Es decir, quizá, un hombre universal entregado a una práctica ancestral y profundamente humana. En este caso, los hechos suceden en Laborde, a 500 kilómetros de Buenos Aires, Argentina. El baile, precisamente, tiene su origen en las últimas décadas del siglo XVIII y su nombre contiene reminiscencias africanas: Malambo.

Un artículo publicado el 5 de enero de 2009 en el diario argentino La Nación, firmado por el periodista Gabriel Plaza, con un título que más parecía de la sección deportiva, “Los atletas del folclor ya está listos”, y un contenido que lo reafirmaba: “Considerados un cuerpo de elite dentro de las danzas folclóricas, los campeones caminan por las calles de Laborde con el respeto que despertaban los héroes deportivos de la antigua Grecia”. Esa manera de evocar portentosamente un baile tradicional despertó en Leila un propósito muy claro: ir a la Pampa en busca de esa Grecia argentina.

Las primeras páginas de Una historia sencilla las ocupa Leila para ubicarnos en Laborde y en el mundo del Malambo, “una justa de hombres que zapatean por turno al ritmo de la música, como lo definió en el siglo XIX el escritor argentino Ventura Lynch. Guitarra y bombo hacen la música que estos hombres, ataviados de una manera elegante, según la región, con sombrero bombín o galera, camisa blanca, corbatín, chaleco, chaqueta corta, atuendos plenos de bordados y flecos, botas de potro, un cinturón ancho con adornos de metal o plata. En fin, muy parecidos a los cosacos, para valerme de un símil a la mano.

Pero más allá de ese hecho preciso, con respecto al asunto que relata en Una historia sencilla, palpita la mirada de Leila, como una brújula-corazón que la lleva a explorar en las resonancias de un zapateo donde se funde la tradición y la esperanza, la búsqueda de una cima que será como el resplandor de un relámpago, cuya luminosa eternidad dura lo que un suspiro.

Leila Guerriero dedicó un pedazo de su vida a seguir el camino que Rodolfo González Alcántara emprendió para convertirse en un héroe del zapateo, campeón del malambo en el año 2012.

La épica de Una historia sencilla es precisamente eso, sencilla, pero al mismo tiempo poderosa en la búsqueda de una práctica que contiene la profundidad de un pueblo, el vértigo de un zapateo que pareciera buscar en su ímpetu las huellas de una bocanada portentosa, poderoso viento de la memoria. Nada extraordinario parece transmitir este relato, pero inmediatamente detrás de esa apariencia irrumpe una especie de magma donde Laborde, el malambo, el campeonato de Rodolfo González evocan historias universales.

Escribe Leila, hacía la página 25: “Por qué un pueblo de inmigrantes sedentario, prolijos y conservadores propició un festival que gira en torno al baile más emblemático de los gauchos que eran, en principio, personas nómades, levatiscas y que no reconocían autoridad. No lo sé. Pero el Festival Nacional del Malambo de Laborde es el equivalente a cualquier campeonato mundial de cualquier cosa: un certamen de insuperable calidad. Y quienes lo ganan, los mejores del mundo. De las acepciones que la Real Academia Española le da a la palabra campeón (Persona que obtiene la primacía en el campeonato / Persona que defiende esforzadamente una causa o doctrina / Héroe famoso en armas / Hombre que en los desafíos antiguos hacía campo y entraba en batalla), el premio mayor de Laborde parece abarcarlas todas.”

Una historia sencilla, Leila Guerriero. Editorial Anagrama.

Narrativas hispánicas. España Primera edición mexicana: octubre de 2013