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Karime Díaz

Una de mis materias menos favoritas cuando estudié biología fue parasitología. Pensar en cositas gusaniformes que se meten a nuestro cuerpo y andan ahí “campechaneando” es una idea que me parece terrorífica. Con el tiempo aprendí que son organismos sumamente interesantes y empezaron a llamar mi atención.

Una de las características que más me ha asombrado es que hay parásitos que han desarrollado mecanismos fascinantes para manipular el comportamiento. Mi sorpresa fue grande cuando descubrí que los parásitos en numerosas especies, pueden manipular el sistema nervioso, la secreción de hormonas, alteran los sentidos, manipulan el comportamiento social, e incluso, inducen un comportamiento autodestructivo. Por ejemplo, un organismo microscópico, unicelular, llamado Toxoplasma gondii afecta particularmente a los roedores y afecta su comportamiento ya que tienden a perder la aversión a sus depredadores, entonces al no tenerles miedo y no escapar, son fácilmente atrapados para que el parásito cumpla su ciclo al interior de algunos felinos que le dispersarán en sus heces.

Asombrada me pregunté si en mi propio organismo los parásitos pueden influir en cómo me comporto. Esta cantidad de información me llevó a conocer a Marlene Zuk, quien es bióloga evolutiva y ecóloga de la conducta. Estudia la selección sexual, la evolución del comportamiento de apareamiento y las interacciones huésped-parásito. Ella ha examinado cómo los parásitos influyen en la elección de pareja en varias especies, incluidos los grillos, las aves y los humanos.

En 1982 en conjunto con Hamilton, propuso una hipótesis muy interesante: los parásitos afectan negativamente los caracteres sexuales secundarios de los machos y las hembras prefieren los machos sin parasitar a los parasitados. En un estudio publicado en 2015, usó gallos infectados con un parásito intestinal, y puso, una vez más, esta hipótesis a prueba. Primero, notaron que los pollitos infectados crecieron más lentamente que los controles no infectados. Cuando llegaron a la madurez sexual, los gallos infectados tenían crestas y ojos más opacos, las plumas de la cola eran más cortas y las plumas del cuello más pálidas que los gallos no infectados. En las pruebas experimentales de elección de pareja, las hembras prefirieron los gallos sin parasitar a los parasitados en aproximadamente y se concluyó que los parásitos influían mucho en características ornamentales que las gallinas evalúan para elegir pareja.

El impacto de los parásitos en la elección de pareja en humanos es un área de investigación compleja y relativamente poco estudiada. Si bien los parásitos pueden influir en el comportamiento de otras especies, aún no se comprende completamente hasta qué punto afectan la elección de pareja humana. Porque, además, los factores culturales influyen mucho en este tipo de elecciones. Sin embargo, algunos estudios han sugerido algunos puntos interesantes. Por ejemplo, se ha propuesto que nuestra elección de pareja puede relacionarse a buscar sistemas inmunológicos genéticamente diversos. ¿Alguna vez has sentido fascinación por el olor corporal de una persona? Hay experimentos que muestran que entre más diferencias genéticas del sistema inmune hay entre individuos, más nos agrada su olor, o sea es una “green flag”.

Esto se conoce como la hipótesis de la inmunocompetencia. Sugiere que podríamos sentir atracción inconscientemente por parejas potenciales que tienen diferencias del sistema inmunológico, ya que esto mejoraría la defensa inmunológica nuestra descendencia. Porque, además, tener o no parásitos, puede modificar estas elecciones. Es importante tener en cuenta que se necesitan más estudios para proporcionar evidencia concluyente y una comprensión más profunda de los posibles mecanismos involucrados.

Trabajos tan valiosos como los de la Dra. Marlen Zuk, contribuyen a nuestra comprensión de cómo los organismos se adaptan, evolucionan e interactúan con sus entornos y con otras especies. Por ahora no sé si me provoca calma o ansiedad pensar que algunas de mis decisiones pueden o no ser realmente mías.

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