¿Cuándo se irá Cuauhtémoc Blanco de Morelos?

 

Al final, Cuauhtémoc Blanco obtuvo lo que quería, con una posición de privilegio en el listado de candidatos a diputados federales de Morena por la cuarta circunscripción (región dominada ampliamente por ese partido), lo que bien puede vender como “una nueva oportunidad para servir al pueblo”, aunque realmente significa tres años de un salario neto poco superior a los 75 mil pesos y la protección del fuero, es decir, la inmunidad procesal (una de las más amplias en el plano mundial) y que salvaría al hoy gobernador de enfrentar penas por probables delitos cometidos en el ejercicio de su cargo.

Cuauhtémoc Blanco dejará con anticipación la gubernatura, ya sea antes de que termine febrero, o alguno de los días de agosto, según se sienta de suertudo o intocable. Si el mandatario quisiera actuar conforme a lo que llaman “el espíritu de la ley”, tendría que solicitar licencia noventa días antes del día de la elección, 2 de junio, lo que ubicaría el último plazo para separarse del cargo el tres de marzo próximo (el domingo de la semana entrante para quienes no tienen a la mano calendario).

El artículo 55 de la Constitución establece los requisitos para ser diputado y en su fracción V especifica: “Los Gobernadores de los Estados y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México no podrán ser electos en las entidades de sus respectivas jurisdicciones durante el periodo de su encargo, aun cuando se separen definitivamente de sus puestos”. Esto significaría que el mandatario tendría una candidatura impugnable ante los tribunales. Pero hay por lo menos dos casos, uno de gobernador y otro de jefe de gobierno, que torcieron esa regla entrando al Congreso de la Unión por la vía de los listados nacionales (es decir, por el principio de Representación Proporcional), Manuel Velasco y Miguel Ángel Mancera.

Velasco fue candidato a Senador por el Partido Verde vía listado nacional. Hubo quien recurrió al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, para impugnar la candidatura, pero el órgano jurisdiccional rechazó el recurso porque no consideró que quien lo interpuso tuviera personalidad jurídica para hacerlo. Es decir, no entró al fondo del asunto.

Miguel Ángel Mancera fue más precavido, aunque estaba en el listado nacional decidió solicitar licencia en el plazo que marca la ley. Así, evitó la posibilidad de ser impugnado, ya que el Tribunal Electoral había sentado el precedente de que, por la vía de listado nacional, era posible acceder al Congreso de la Unión; pero no había resuelto si es o no necesaria la solicitud de licencia.

Acá se vuelve necesaria la interpretación jurídica del texto constitucional. La prohibición para que los gobernadores participen en candidaturas para diputaciones federales y senadurías tiene por objeto evitar que algún contendiente tenga acceso a elementos que le ofrecen una ventaja extraordinaria. El gobernador de Morelos no sólo tiene una bolsa de recursos para gestión que supera los 30 millones de pesos; además, es el jefe de la policía estatal, tiene la facultad de hacer transferencias de recursos gubernamentales y un acceso privilegiado a los medios de comunicación, mucho mayor que el de cualquier actor político. Lo que haría que, en esencia, su candidatura fuera impugnable en caso de no solicitar licencia.

Claro, aficionado al riesgo, como lo ha demostrado durante los más de ocho años que lleva haciendo política en Morelos, el mandatario podría optar por ignorar la necesidad de renuncia, al estilo de Manuel Velasco, pero de cualquier forma tendría que solicitar licencia a la gubernatura antes del inicio de la nueva Legislatura, es decir, antes del 1 de septiembre próximo, lo que le permitiría dejar a Samuel Sotelo (si sigue en la secretaría de Gobierno) como encargado y que un nuevo Congreso local aplazara la determinación de nombrar un sustituto, en el entendido de que el 1 de octubre asumiría la gobernadora que sea electa el 2 de junio.

De cualquier forma, Cuauhtémoc Blanco dejará la gubernatura antes del 30 de septiembre, día que concluye el periodo para el que fue electo en medio de un tiradero enorme, que ya hemos descrito, aunque sea parcialmente, en entregas anteriores. Por la mañana de este jueves, apenas a unas horas de haber sido confirmada la nominación del gobernador a la diputación federal, Samuel Sotelo decía a reporteros que aún no ha platicado con el mandatario. En caso de solicitar licencia en los próximos días, corresponderá al Congreso local definir, primero si la acepta (lo que aparentemente estaría resuelto), y posteriormente tendría un plazo de hasta sesenta días para nombrar a un gobernador sustituto, que estaría a cargo del estado los siete meses que restarían a la administración de Cuauhtémoc Blanco.

La designación de un sustituto del mandatario resultaría por demás complicada. Los probables relevistas que había en septiembre pasado, cuando Blanco anunció por primera vez que se iba, son actualmente candidatos o están adheridos a algún equipo de campaña; Víctor Mercado, Agustín Alonso, Lucy Meza, Margarita González, Juan Ángel Flores, Juanita Guerra, Francisco Sánchez Zavala, José Luis Urióstegui… Vamos, hasta Sandra Anaya pescó nominación. Entonces el grupo se vuelve más estrecho.

El Congreso también tiene los suficientes votos como para definir, como entonces, que el relevo sea de un partido diferente a Morena, es decir, para negar el inexistente en la ley, pero presente en la diplomacia política, “derecho de silla”. Y aunque no fuera así, bien podrían definir que el sustituto sea de un grupo diferente al del gobernador, Cuauhtémoc Blanco, sin importar de qué partido político surgiera. Probablemente, por cálculo político, el relevo fuera de la sociedad civil (para no atribuir el relativo éxito que tuviera a algún partido, especialmente antes de las elecciones).

Y falta ver quién aceptaría, porque una gubernatura de siete meses presenta muchos más contras que beneficios, sobre todo si se considera que el 3 de junio todos los ojos dejarán de fijarse en el gobernador actuante y se concentrarán en la mujer que gane la elección.

Por cierto, el gobernador de Morelos no irá al Congreso de la Unión a representar al estado, de hecho, su suplente en la candidatura es el dirigente de Morena en la Ciudad de México. La idea es que Blanco sea uno más de los legisladores federales que “apoyen el proyecto de Morena”, lo que sea que eso signifique. En cambio, queda muy claro en Morelos el caos político que ha acompañado a Cuauhtémoc Blanco desde su llegada al poder y que se mantendrá con su salida. Hasta el momento de escribir esta entrega especial, no había noticias de que el mandatario estuviera operando su salida con el Congreso del estado.

Ya encarrerados, dos nombres que podrían considerarse para una gubernatura sustituta: Juan Salgado Brito y Tania Valentina Rodríguez. De momento, no parece haber más opciones.