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Soy gran admirador de The Office. La empecé a ver el año pasado y de ahí poco a poco me he encariñado con los personajes que en ella habitan; Michael, Ryan, Jim, Pam, Jan, Angela y sobre todo mi favorito – Dwight, pienso que cada uno de ellos, en cierto sentido, encierra la bóveda de la vulnerabilidad humana: El jefe inseguro que necesita amigos, el empleado distraído que realmente no ama su trabajo, el empleado obsesivo que se siente superior a los demás, la secretaria sombría que nadie toma mucho en cuenta, etc. Y nada de ello por más ficción que parezca está lejos de la realidad. Todos hemos tenido a alguien así en nuestra vida.

Por lo general The office es una de esas series que pones en el ordenador, mientras cocinas, o estás a punto de irte a la cama, es como una receta médica que anestesia tu pesado sentir con ese humor ligero y sarcástico, un episodio al día a modo de aspirina, a modo de copa de vino tinto, treinta minutos que logren sacarte una o dos risas, y con eso basta. Sin embargo hay una escena que tocó hondo en mí. Vamos ahí.

Episodio 17, temporada 3. Bussines School, Michael y Pam sufren durante este episodio.

Michael atiende a la universidad de Ryan aceptando su invitación a ser orador de una de sus clases, al final de ella descubre que Ryan realmente no cree en el éxito de él, ni de su empresa pues ha hablado negativamente de ella. Mientras tanto Pam tiene su primera exposición de arte a la que nadie llega salvo Roy (su novio) que lo hace más con el afan de quedar bien y Oscar y Gil, que acaban llamando a sus pinturas “arte de motel” Pam queda devastada y sola, hasta que aparece Michael y muestra un interés genuino por sus pinturas, realmente parece impresionado, hace preguntas e inclusive se ofrece a comprar una de ellas, Pam parece desconfiada, pero poco a poco se da cuenta que Michael está siendo sincero.

“Me siento orgulloso de ti”, le dice mientras ella lo abraza y llora.

¿Por qué esta escena es importante? En palabras de Forester que hace el papel de Pam: “Si intentas ser un artista de cualquier tipo, tienes que creer en ti de una manera muy profunda, e inevitablemente vendrán momentos de fracaso dónde la fé en ti mismo se verá derrumbada, es algo muy doloroso, y difícil de superar”

Todos como artistas o como creadores hemos pasado por ese tipo de situaciones:

Un casting fallido, un ensayo que no logró el concurso, una convocatoria rechazada, un mail que nos dice que no somos lo suficiente, un examen que no pasamos, un concierto vacío, una exposición con la dolorosa asistencia de un par de familiares, y basta tan poco para recuperarnos, para enderezar la ruta, para tomar el volante en nuestras manos de nuevo, sólo basta alguien que de un desparpajo mundano nos diga:

“Qué bonito color utilizaste ahí”Alguien que de verdad con el corazón en la mano por una vez nos vea, y vea en lo que hacemos un poquito de ellos mismos, no podemos vivir de mendigar palmadas en la espalda, esas se tienen que ganar a través de nuestro esfuerzo y nuestro ejercicio de resiliencia, a través de no bajarnos del ring en medio de la golpiza, se tiene que terminar el asalto con honor.

No nos damos cuenta que vivimos entre un montón de Pams, o que somos nosotros mismos como ella. Nos levantamos temprano por la mañana, abrimos nuestro estudio, y pintamos nuestros sueños, después llevamos esos sueños a la galería del mundo que nos rodea afuera, mientras esperamos pacientes que un alma distraída se detenga, sonría frente a nosotros, y nos dé un lugar en el mundo, incluso, aunque ya no estemos en él.

“Me siento orgulloso de ti”, le dice mientras ella lo abraza y llora.