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Hugo Carbajal Aguilar

Un periodismo crítico se entrega al servicio de la comunidad, no es un oficio con publicaciones en busca de éxito mercantil o, en busca del reconocimiento de las autoridades a fin de que financien su edición, paguen a sus directivos y chantajeen a sus colaboradores.

Los periodistas están obligados a describir la realidad actual aun cuando muestre lacerantes circunstancias. O, sobre todo, cuando lo haga. Una labor de denuncia hace necesario evidenciar las injusticias. Porque, hay que tomar partido sin confundir objetividad con imparcialidad.

No puede haber Imparcialidad en ningún trabajo emprendido porque vivimos una sociedad de clases. La famosa, por infame, polarización no la propician los medios masivos ni los discursos políticos. La polarización es evidente en tanto que hay propiedad privada de los Medios de Producción: La Tierra, las herramientas, las fábricas, las empresas. Todo eso genera desigualdad y ¡vaya que la hay!

Aquellos que procuran conservar regímenes capitalistas neoliberales deberían informarse. Así, aprenderían a discutir con argumentos. Pero con su ya inveterada costumbre de llenar sus twiters, muros de Facebook, correos y todas sus redes de insultos, lamentablemente, no podrán obtener reconocimiento.

La discusión política es irracional de por sí, y más, cuandocarece de argumentos. En la mayoría de los debates suscitados nadie se escucha. El pleito se reduce a averiguar quién es más hábil para llenar de improperios al otro y, los inmiscuidos en esos avatares, se despiertan cada mañana urdiendo a quien van a colmar de agresiones. Todo lo cual es un desgaste emocional permanente y cotidiano.

La polarización no es ninguna novedad, tiene ya historia recorrida. Para mostrar extremos, se da entre quienes tienen su dinero en los Panama o Pandora Papers y quienes esperan su quincena con angustia. Entre quienes no pueden comer en fondas -porque no les dan facturas- y quienes se llevan su itacate para el trabajo. Entre aquellos que protestan durmiendo en Hoteles de primera y dejan al resto envoladoras tiendas de campaña.

El periodismo es una de las herramientas más propicias para estar informados, aunque lamentemos tener un pueblo más televidente que lector. Un pueblo que protesta más rápido por la falta de futbol que por la falta de empleo, lo cual implica otra ardua labor que se suma a las ya trabajadas. De alguna forma el periodista se convierte en un profeta de la realidad actual, al sentirse obligado a Denunciar la situación padecida por el pueblo y a Anunciar una sociedad distinta que fomente, que procure la Paz, hija de la Justicia. 

En ese sentido se ofrece una sana distancia con el poder, a menos que quiera convertirse en vocero de los intereses que dominan estas sociedades capitalistas saqueadoras y perversas, regenteadas por idiotas útiles, peleles del becerro de oro, el dios Mammón, dios de las riquezas, no enindividuos que han fortalecido su conciencia con suficiente información, que han tomado partido en favor de los pobres y que han dado Testimonio, corriendo el Riesgo y asumiendo su Compromiso.

El periodista -reportero, articulista, cronista, editorialista, caricaturista- no tiene que autocalificarse llamándose a sí mismo voz de lo que no tienen voz. Todos la tienen, sólo queno han sido escuchados. Ha sido una palabra proferida a oídos sordos. Una voz que clama en el desierto.      

Periodismo como profecía decíamos. El profeta anuncia el advenimiento de una nueva sociedad donde se privilegie la comunidad de intereses. Y denuncia el pecado existente, es decir, la injusticia, causante de todos los males.

Ese profeta/periodista, consciente de que el Testimonio dado le provocará Riesgos que fortalecerán su Compromiso, ya no se podrá quedar callado ante ninguna injusticia, cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo.

 

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