EL LENGUAJE SIMBÓLICO

Los humanos acudimos de manera recurrente al lenguaje simbólico por lo general cuando nuestros pensamientos, emociones, conceptos o ideas, no se pueden expresar a través del lenguaje formal o cotidiano. En este contexto, presento una reflexión sobre la naturaleza del símbolo y su importancia en la vida social de los humanos.

Nuestro lenguaje español, es uno de los más ricos, tanto en vocabulario y expresiones, como en significados, sin embargo, con frecuencia este lenguaje no es suficiente para decir y expresar todo lo que nuestro pensamiento o nuestras emociones más profundas quisieran manifestar y nos quedamos cortos en nuestro decir.

A través del arte en cualesquiera de sus expresiones como la pintura, la música, la escultura o la literatura, algunos seres humanos privilegiados, son capaces de crear lenguajes no escritos que exploran los significados más recónditos de la mente, el alma y del espíritu.

Al respecto el maestro León Portilla en su obra “Filosofía Náhuatl estudiada en sus fuentes” dice que nuestros ancestros aseguraban que los artistas de la palabra, la escultura, la pintura, los plumajes preciosos se “entoltecaban” al realizar sus creaciones. Este vocablo en el leguaje simbólico náhuatl quiere decir, que se “endiosan” al crear sus obras.

En nuestra comunicación cotidiana usamos de manera espontánea, y continua, el lenguaje simbólico para expresar muchas cosas que no alcanzamos a decir con el código verbal. Por ejemplo, cuando decimos a una dama que tiene una “mirada abismal” le decimos entre otras cosas que, su mirada seduce y atrae casi como un abismo que nos ejerce una fuerte atracción que hace sentir un hueco en el estómago.

Las religiones acuden al lenguaje simbólico para explicarle al pueblo conceptos filosóficos y esotéricos que solo los iniciados comprenden, así, por ejemplo, usan el símbolo trinitario en casi todas las religiones, el de la madre virgen, la cruz, el pez, el alfa, el omega y otros más.

Tal es el uso generalizado de lo simbólico en todos los ámbitos de la vida del hombre, que algunos pensadores afirman, que en lugar de considerar al humano como “homo sapiens”, se le debe reconocer como “homo simbólicus” toda vez que sus arquetipos, sus pensamientos y sentimientos más profundos se expresan a través de símbolos.

Los símbolos universales y también algunos locales se heredan y pertenecen a lo que denominaba Jung como el “inconsciente colectivo”. Jung los asocia con “arquetipos”, “imágenes primordiales” o “patrones de comportamiento”. Estos patrones de comportamiento forman parte de lo que Jung llamó el inconsciente colectivo que no se aprenden, sino que son innatos y son legados por nuestros ancestros. Posiblemente sean parte de la memoria de la humanidad encriptada en nuestro código genético.

El mismo Jung asevera que, como hay innumerables cosas que van más allá del alcance del entendimiento humano, usamos constantemente términos simbólicos para representar conceptos que no podemos definir o comprender del todo.

La palabra arquetipo, proviene del griego, (αρχή, ‘origen’, y τυπος, ‘modelo’). Un arquetipo, es un patrón, un modelo ejemplar, que subyace a la conducta individual o colectiva que hace responder a los individuos y las sociedades de manera espontánea, casi automática, sin una aparente explicación lógica. De esta manera, muchas de las respuestas sociales responden a un código no escrito. El código al que responde un arquetipo es el lenguaje simbólico.

En síntesis, a través del símbolo se expresa el inconsciente colectivo, generando arquetipos o patrones de conducta, que mueven a la acción a las sociedades, sin que estas respuestas pasen por el filtro de la razón. La religión, la política no son ajenas a los símbolos que se traducen en arquetipos no solo individuales sino sociales.

En nuestra siguiente entrega, intentaré evidenciar cómo algunos simbolismos, se han convertido en arquetipos, los cuales, desde la lógica cartesiana resultan inexplicables pero que explican conductas individuales y sociales sin una aparente explicación lógica.