Brand entre nuevas tecnologías y contracultura

Dentro de las figuras que influyeron en los derroteros de la computadora e internet se encuenta Stewart Brand. Sorprende que muchos de los aspectos que han definido a la red provienen de él, que sin ser creador de ninguna herramienta tecnológica, sin pertenecer a los equipos que diseñaron las computadoras o componentes diversos de hardware, sin elaborar un gran tratado sobre los derroteros tecnológicos o sin ser un mecenas de las nuevas tecnologías, fue clave en lo que se terminó por articular con la denominada cultura cibernética; sus emprendimientos y filosofía marcaron los derroteros de la computación e internet.

Nacido en Rockford, Illinois, el 14 de diciembre de 1938, Brand se interesó de joven por explorar experiencias culturales. En su juventud fue influido por la guerra fría. En particular estaba atemorizado por el comunismo, lo que lo llevó a incoporarse al ejército y posteriormente a integrarse a los rangers, en donde estimularon sus aptitudes organizativas y lo llevaron a apoyar las investigaciones que llevaba a cabo la Agencia de Proyectos Avanzados.

Después de abandonar el ejército se dedicó a la fotografía y recorrió algunas poblaciones de los indios americanos del oeste, para tomar fotos y aprender de sus estilos de vida y filosofía. A mediados de los años sesenta se asoció con Ken Kesey y su grupo, los Merry Pranksters, y produjeron en San Francisco los famosos Trips Festival, un esfuerzo pionero en reunir música rock con espectáculo de luces en el escenario y la ingesta de LSD.

Fred Turner ha ofrecido en su libro From Counterculture to Cyberculture, un homenaje a Brand; ha dibujado maravillosamente cómo un personaje secundario, desde su posición detrás del telón de las innovaciones, se tornó en fundamental porque vinculó las dimensiones tecnológicas de punta, la misma estructura militar que la hizo factible, con las políticas sociales y las prácticas culturales de los años sesenta hasta los noventa del siglo pasado. En cada momento del desarrollo de la computadora de escritorio, hasta la llegada de internet al campo civil, Stewart Brand estuvo presente.

Estudió biología en la Universidad de Stanford, pero abandonó sus estudios para dedicarse a la escritura y la edición. En 1968, fundó la revista Whole Earth Catalog, que fue una publicación pionera en el movimiento de contracultura de la década de 1960 y principios de 1970. El catálogo promovía la autosuficiencia y el uso de la tecnología para mejorar el mundo. Ese se puede considerar su gran aporte al desarrollo de las nuevas tecnologías, ya que dicha publicación fue fundamental en lo que sería el futuro de las nuevas herramientas tecnológicas. El Catálogo era una especie de fanzine de gran formato, donde se compendiaban tecnologías de punta, información de actualidad para los hippies y arengas por las cuestiones ecológicas; para los hippies esa publicación fue una especie de Biblia.

El Catálogo, fue un promotor intenso de la filosofía del «hazlo tú mismo», que influyó en muchos hackers y creadores de las primeras computadoras de escritorio. El Catálogo adelantó en formato papel lo que sería el ciberespacio, lleno de entradas y enlaces entre páginas que preludiaron lo que sería la red a partir de los años noventa. En los años ochenta Brand participó en la fundación de la revista Wired, que fue la primera publicación dedicada a la cultura digital. Wired se tornó en una especie de Biblia para los amantes de la cultura del ciberespacio, ayudó a popularizar la internet y la tecnología computacional y tuvo un impacto significativo en la cultura de la tecnología.

En 1985, Brand y Larry Brilliant fundaron Well, una comunidad en línea en donde convergieron usuarios del mundo entero interesados por la cibercultura y que marcaría los derroteros que tendría el ciberespacio hasta el presente. Well fue la primera y real comunidad virtual. Fue en esos años en donde Brand dijo una de sus frases que ha pasado a la posteridad y que incluso sigue estando presente en las discusiones de internet hoy día: «La información quiere ser libre. La información también quiere ser cara. La información quiere ser libre porque se ha vuelto tan barata para distribuir, copiar, y recombinarse… demasiado barata para medirla. También quiere ser cara, ya que puede ser inmensamente valiosa para el destinatario. Esa tensión no va a desaparecer. Esto nos lleva a un debate desgarrador e inagotable sobre precios, derechos de autor, propiedad intelectual, la corrección moral de la distribución casual, porque cada generación de nuevos dispositivos hace que la tensión empeore, no mejore».

@tulios41