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ASÍ SERÁ LA CUARTA GUERRA MUNDIAL

 

La naturaleza tiene sistemas muy eficientes de regulación para que las poblaciones no rebasen los límites de lo que puede soportar su ecosistema. Entre las formas de regulación están las enfermedades y la comida. La población humana ha escapado a estos mecanismos de regulación por lo que hoy hemos rebasado los ocho mil millones de habitantes.

Aunque las enfermedades y las pandemias han hecho poca mella en el incremento poblacional humano, toda vez que con el tiempo se adquiere lo que conocemos como inmunidad comunitaria o se desarrollan vacunas contra las enfermedades, logrando que el cuarto jinete del apocalipsis (el de la peste) detenga su cabalgar.

Hace años leí de un estudio a nivel de laboratorio donde se dejó crecer una población de ratones de manera incontrolada. Se observó que, bajo un incremento demográfico logarítmico, las poblaciones se vuelven agresivas y ellas mismas controlan su crecimiento poblacional a través de la violencia.

Algo parecido ocurre en las poblaciones humanas, ante un crecimiento logarítmico se generan conflictos por la competencia de los recursos como el agua y la comida, lo que cataliza las tensiones sociales y políticas a nivel local, nacional e internacional generando conflictos armados que históricamente diezman las poblaciones.

Hoy está latente la amenaza de una conflagración mundial, la amenaza de la tercera guerra mundial con consecuencias que se prevén dantescas dado el nivel de destrucción de las armas no convencionales como la bomba atómica.

Uno de los conflictos que actualmente tienen en jaque a la humanidad con la amenaza de una conflagración nuclear es la invasión rusa a Ucrania, dado el apoyo abierto y/o velado de la OTAN y la posible intervención de sus miembros. Ucrania tiene una posición estratégica como vecina de Rusia y es un posible aliado de la OTAN.

Una Tercera Guerra Mundial incluye la amenaza del uso de las nuevas armas nucleares mucho más destructivas que las de Hiroshima y Nagasaki que eran de entre 15 y 21 kilotones de TNT. Hoy su poder de destrucción es inimaginable, por ejemplo, la bomba del Zar detonada por la unión soviética en 1961 tuvo una capacidad destructiva de unos 50 megatones de TNT, esto es más de 3000 veces la potencia que la bomba de Hiroshima.

La inteligencia artificial estima que en todo el orbe hay aproximadamente entre 12,512 y 13,000 bombas nucleares. El número de ojivas nucleares operativas reportadas hasta el 2023 es de 9,576. Los poseedores históricamente de estas armas son Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China, a los que hoy se suman Corea del Norte, India y Pakistán.

Las explosiones masivas en regiones del hemisferio norte como India, China, Europa, Rusia y Norte América, destruiría en unas horas las principales ciudades del primer mundo con toda su infraestructura, tecnología y cultura. Una de las consecuencias catastróficas posteriores sería lo que se conoce como el invierno nuclear.

Debido a las incalculables cantidades de polvo y hollín en la atmósfera a causa de las explosiones e incendios sin control de ciudades y bosques se opacaría la luz solar con dos resultados inmediatos; el enfriamiento de la superficie de la tierra (invierno) y la falta de energía luminosa para la fotosíntesis, principalmente en el hemisferio norte.

El invierno nuclear se calcula que pueda durar de meses a años, habría mucho frio y no habrá energía para calentarnos. Pero lo más grave, sería la disminución o ausencia de la fotosíntesis. La energía que consumimos a través de los alimentos tiene su fuente en el sol. Las plantas verdes son las únicas fábricas capaces de transformar la energía luminosa a energía química, a metabolitos como proteínas, carbohidratos o azúcares. Sin plantas verdes, no hay comida.

Y qué decir de todo el sistema tecnológico que hoy nos enorgullece, el ciber mundo, la electricidad, la cultura; una guerra nuclear acabaría no solo con las ciudades y su infraestructura, una guerra de estas características nos regresaría literalmente a la prehistoria.

Cuando a Albert Einstein se le preguntó cómo sería una Tercera Guerra Mundial, luego de reflexionar sobre las consecuencias destructivas de las armas nucleares y cual sería el futuro de la humanidad si hubiera un conflicto bélico a escala mundial, respondió “No sé con qué armas se luchará en la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta Guerra Mundial se peleará con palos y piedras”. Así será la Cuarta Guerra Mundial.