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Lograr que la colectividad popular comparta sus anhelos, sus reflexiones, sus necesidades, sus propósitos, es trabajo revolucionario. Que vaya integrándose como Comunidad. Recordemos el inicio del trabajo de John Jonck: Esta es la historia de unos campesinos que no querían cambiar y que por eso hicieron una Revolución (Zapata y la Revolución Mexicana). No alterar la forma de vida en Común, en permanente Comunión, con suficiente Comunicación.

Una Comunicación que anuncie y denuncie. Una denuncia que altere al poderoso. Un anuncio que siembre esperanzas en el desposeído. Una labor cuasi profética, como los profetas del Antiguo testamento que hicieron de su voz un arma de combate contra el pecado del poder, comprendido como Injusticia.

Sí, la injusticia es pecado. Es falta de amor, de conmiseración, de compasión no entendida como lástima por el pobre sino como padecer-con, de hacerse partícipe de sus sufrimientos, es decir, com-padecer.

La divulgación de la noticia conlleva una responsabilidad compartida. El lector se vuelve cómplice cuando la nota que descubre los abusos le provoca indignación, rabia, rencor acumulado. Y el reportero, el articulista se convierte en agente de información justo para obtener lo esperado, es decir, la organización de la comunidad en la búsqueda de su defensa. Los agravios son múltiples: el robo descarado, el saqueo de las arcas municipales y estatales, el crimen, las desapariciones, los secuestros, la tortura sistemática a todo el que se atreva a hablar, a expresar lo acontecido, a denunciar lo que el marginado está padeciendo, a dar voz no precisamente a los que no tienen voz sino a quienes no pueden utilizarla por amenazas represivas utilizadas por los pelafustanes.

Lamentablemente la respuesta de este perverso sistema mercantil ha venido dándonos la razón en nuestras posturas políticas y culturales. La oposición no es una simple elección de ruta sino una comprometida actitud de carácter revolucionario, radical, es decir, que no se anda por las ramas, que quiere sujetar las riendas del camino y orientarlo en favor de los desposeídos de este mundo. Pan para todos, trabajo, techo y alimento, paz como hija de la justicia. Justicia no sólo distributiva sino equitativa, de tal forma que se exija más a quien más puede y se le entregue más a quien más necesita.

La propuesta de una prensa con esta orientación no se queda finalmente en la mera denuncia sino en la búsqueda de organización popular que vaya enfrentando las agresiones del poder. Tercamente, neciamente empecinados en esta búsqueda a pesar de todo. Es sabido que hay una insana relación entre la prensa y el gobierno pues lo que se pretende es corromper y reprimir para conseguir una prensa sumisa, dócil e incondicional que obedezca a los intereses del poder y del dinero.

Y aquí entra la convicción, la Ética en su sentido prístino, auténtico. O estamos al servicio del pueblo o nos arrimamos a las ofertas del poder atrapados por el canto de las sirenas. En México, la prensa no ha sido capaz de procesarse a sí misma. Su función es informar, criticar, controlar y moderar a los poderes. Y la crítica, en un país que se supone es libre, no tiene que ser motivo de represión.

Escuchemos, lo que alguna vez dijo, Narciso Bassols:

Tengo de México la visión íntima de que es un país

enfermo, contrahecho y prostituido por nuestras

clases económicamente superiores. La médula de

todos nuestros males, radica en la existencia oprobiosa

para los mexicanos de un 80% de la población

convertida en masa oscura y hambrienta.

Concluyamos. Quien se IN-forma se TRANS-forma. Si no lo hace, se CON-forma o se DE-forma.

La información es vital y se acompaña del ejercicio de la libertad, de la libertad de expresión, en este caso. Veamos un poco más: La EX-presión puede entenderse, como la mejor forma de luchar contra la O-presión… contra la DE-presión… contra la RE-presión.

Este es el quehacer periodístico que nos convoca y que nos provoca.

(Noviembre del 2023, La Jornada Morelos, en su Primer Aniversario).