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América Latina y sus corredores migratorios han empezado a reconfigurarse amén a tendencias globales sobre las dinámicas de movimiento humano. Personas provenientes de África, Asia, Medio Oriente y Haití son denominados “extracontinentales” y llama la atención su paso por la frontera sur de México (Narváez Gutiérrez, 2015). Aunque no sólo México nota la presencia de este proceso. Vale la pena mencionar que se ha sugerido modificar el concepto de extracontinental por el de transcontinental para hacer énfasis en las dinámicas de comunicación que tienen los migrantes (Miranda, 2023, p. 5). Además, porque las propias personas migrantes sostienen que ser llamados “extra”- continentales les hace sentir como provenidos de otro mundo casi “extraterrestres” (Villarreal Cabello, en prensa).

La llegada de migrantes por Brasil, Argentina, Ecuador y Nicaragua es síntoma de la existencia de escenarios globales complejos con patrones estructurales globales, crecimiento sostenido de la desigualdad global, falta de oportunidades sociales, reconfiguración de los controles y dispositivos fronterizos y con la fragmentación de los controles y dispositivos fronterizos (Navarro, 2023). La tensión entre la movilidad y el control en las Américas se ha reconfigurado, se ha producido un corredor en el sur lleno de hostilidad y solidaridad, espera y cruce (Álvarez Velasco, 2022, p. 69). Espacios como el Darién se reconfiguran y se vuelven fronteras globales de contención de migración transcontinental. Pero su dinamismo comienza a modificarse a razón de otras dinámicas como la permisión de vuelos globales hacia El Salvador y Nicaragua para “cortar paso” en el rumbo que deciden tomar los migrantes transcontinentales hacia Estados Unidos o Canadá.

La redefinición de la categoría de “corredor migratorio” ayuda a comprender como se reconfigura el espacio (Navarro, 2023). El corredor migratorio redefinido es un espacio abstracto, no es un espacio fijo, es una producción social de relaciones históricas, son espacios de disputa transnacionales, desiguales y siempre cambiantes, producto de la tensión entre la movilidad y el control de las migraciones (Álvarez Velasco, 2022, p. 53).

Parece prudente el desarrollo de conceptos que permitan la medición y comprensión de estas dinámicas. Sobre todo, porque fronteras y “puentes” de la movilidad internacional son complejas relaciones que escapan de las lógicas nacionales. Es clave la comprensión del “transnacionalismo desde abajo” (Portes, Guarnizo y Landolt, 2003) y de la construcción y redefinición de conceptos desde las Relaciones Internacionales (Brettel y Hollifield, 2015) para comprender las nuevas tendencias de movilidad global. Herramientas teóricas, metodológicas y empíricas serán de gran ayuda para el análisis de la complejidad internacional en torno a los corredores migratorios y la contención global en el siglo XXI.

Más allá de retirar conceptos o eliminar razones epistémicas, la redefinición necesita ser adecuada conforme a la percepción de la realidad social. El “ajuste” de conceptos permitirá el movimiento de las ciencias sociales, que no debe confundirse con progreso. La adecuación o redefinición corre el riesgo de ser ahistórica en su afán por acoplarse a los fenómenos globales. Se tiene que admitir cuando una categoría o una palabra ya no explica la realidad, lo que implica la necesidad de nuevas palabras. Es papel del individuo cuestionar las palabras, conversar con ellas, las palabras son polisémicas, significan varias cosas. La redefinición y adecuación de conceptos como “corredor migratorio” o “transcontinental” son ejemplo de la utilidad de la redefinición.

*Milpaltense, internacionalista, escribiente y migrantólgo.