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Balada de hielo y ceniza

 

Gabriel Millán*

Twitter: @Desertius

 

 

Un hombre está huyendo. Avanza ataviado con un abrigo y pantalón de piel de cabra y unos zapatos hechos de piel de oso y ciervo. El hombre, de menos de 50 años, mide alrededor de 1.60 m, tiene tatuajes en el cuerpo y una profunda herida en la mano derecha. Huye entre la nieve y el hielo cargando musgo medicinal, flechas, un hacha y un cuchillo ensangrentado. Huye. Huye hasta que una flecha lo alcanza por la espalda; una flecha con punta de piedra que, al perforarle uno de los pulmones, lo hará desangrarse hasta morir y quedar tendido en el hielo de los Alpes italianosdurante más de 5 mil años. 

Esto es lo que pudieron ser los últimos momentos de la vida de Ötzi, el Hombre de hielo, como se le ha llamado a la momia de un hombre de la Edad de Cobre, descubierto en 1991 por dos alpinistas alemanes en los Alpes italianos. Ötzi fue un hallazgo sin precedentes: es la momia natural más antigua de Europa y su estado de conservación es excepcional. Tanto así que no solo se encontraron ropas, utensilios y armas entre sus pertenencias, también contenido estomacal que permitió saber cuáles fueron las últimas comidas que hizo antes de morir y hacer hipótesis sobre cómo utilizó especies vegetales con fines medicinales. 

Alrededor de Ötzi se encontró un musgo conocido por sus propiedades antisépticas (Sphagnum) que no crece naturalmente en esa zona y que probablemente usó para tratar la herida en su mano. No obstante, ese no es el único elemento interesante en cuanto a tratamiento de las enfermedades; el más interesante son sus tatuajes. Sí, sus tatuajes. 

Ötzi tiene 61 tatuajes en el cuerpo. Son pequeños,con patrones de líneas paralelas, cruzadas y puntos, todos hechos al perforar la capa externa de la piel y frotar el corte con polvo de carbón vegetal. Lo más interesante es la ubicación que tienen: se encuentran en la muñeca izquierda, en las costillas, espalda, rodillas y articulaciones de las piernas. Los análisis hechos a su cuerpo a lo largo de 30 años, han encontrado que el Hombre de hielo tenía una serie de padecimientos al momento de su muerte, desde artritis hasta Enfermedad de Lyme, pasando por caries y parásitos intestinales. 

Que los tatuajes estén en articulaciones, el estómago y la espalda no parece una coincidencia, por el contrario, lo que los grupos de investigación suponen es que estos tatuajes no tienen un sentido estético sino terapéutico, o al menos simbólico relacionado con sus dolencias. En otras palabras, los tatuajes parecen tener una función de curación o aliviodel dolor o la inflamación en las áreas problemáticas de su cuerpo, quizá relacionado con el significado simbólico o espiritual que los patrones pudieron haber tenido en la cultura de la Edad de Piedra.

El cuerpo con 61 tatuajes de Ötzi es una de los registros más antiguos de tatuajes en el cuerpo, una práctica que hoy está profundamente extendida. Una encuesta en línea hecha en 2018 en 18 países mostró que entre el 48% y el 25% de las personas encuestadas tenía la menos un tatuaje. Estamos atravesamos una transición entre la idea de los tatuajes como signos criminales, carcelarios o de “bajos fondos”, a una expresión de arte corporal más o menos aceptada. 

Sin embargo, la masificación de los tatuajes tiene un lado que es importante considerar, justamente opuesto a los tatuajes de Ötzi. Se trata de los riesgos a la salud relacionados con los tatuajes. Y no estoy hablando de los riesgos de infecciones por hepatitis o VIH a causa de prácticas insalubres de tatuaje, sino a los riesgos a la salud derivados de las tintas. 

En 2016, The Lancet publicó “A medical-toxicological view of tattooing”, un artículo de revisión de Laux etal. en el que investigadores se advertían por los riesgos toxicológicos de los tatuajes. Desde reacciones alérgicas leves hasta reacciones mucho más severas a causa de los componentes de las tintas. Por ejemplo, en este documento se explica que se sabe poco sobre la seguridad de la aplicación en la piel de los pigmentos de las tintas y enfatizan la necesidad de contar con datos sobre toxicidad, biocinética, la potencial de fototoxicidad, la migración de sustancias y la posible conversión metabólica de los ingredientes de la tinta del tatuaje en sustancias tóxicas. 

Sin embargo, debido a que la masificación de los tatuajes es relativamente reciente, aún no contamos con estudios epidemiológicos que nos permitan saber qué consecuencias o riesgos ocurrirán al largo plazo. Entre estos riesgos pueden incluir mayor riesgo de cáncer, alteraciones metabólicas, etc. 

Que no se mal entienda esto. No estoy diciendo que las personas deberían evitar tatuarse (yo mismo tengo varios); pero sirvan estas líneas para hacer un llamado a buscar información, a mantenerse atentos a los hallazgos que la ciencia va realizando sobre las posibles consecuencias a la salud a largo plazo de realizarse tatuajes y tomar una decisión no solo motivada por la estética o el simbolismo que puedan tener para nosotros, sino una decisión consciente e informada. Porque al final, ¿para qué es la ciencia sino para conocer y decidir de manera informada?

 

*Comunicador de ciencia

 

 

FOTOGRAFÍA DE PAUL HANNY, GAMMA-RAPHO, GETTY

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