loader image

Andrés Uribe Carvajal

Lunes

Aterrizo en Tokio, específicamente en el aeropuerto de Narita, que está destinado a vuelos internacionales. Me acomodo en el baño del avión, un poco antes de tocar tierra. Me lavo la cara, y enjuago los ojos. A mi salida del aeropuerto me espera un hombre de unos 45 años, tiene un cartel con mi nombre, está bien vestido, y me recibe amablemente, comentamos un poco el partido de baseball México contra Japón de camino al hotel, parece orgulloso de habernos vencido. Una vez registrado, me pide por favor me quede a descansar pero no me da, estoy aún tan despierto que me escapo al parque Naritasan a unos 4km de hotel. Al llegar corro al estanque y saludo a los peces Koi. A lo largo del parque hay muchos templos, quemo un poco de incienso al entrar en ellos. Me siento un poco impostor copiando los rituales japoneses. Regreso al hotel exhausto, pongo dos alarmas pero no las escucho, me pierdo la cena y despierto a las 3 de la mañana con un Jet-lag terrible.



Parque Naritasan.


Martes.

A las 7 de la mañana pasa por mí el mismo hombre y me transporta a Yokohama, me explica que por las mañanas Tokio es complicado. Le pregunto cuánto tardamos en llegar al puerto, me responde que con tráfico ligero una hora. Tardamos casi dos. Al arribar, me reciba Tsarina, la chief purser del trasatlántico, hacemos una prueba rápida PCR y una vez negativo me da la llave de mi cabina. Entro en ella, pero todavía está ocupada por Ives, guitarrista francés y viejo amigo. Charlamos un poco, nos saludos con gusto, me dice que está cansado de esta vida de ajetreo, que ya no tiene la edad para disfrutarlo tanto. Le comprendo, también con la edad le he perdido entusiasmo a ciertas cosas. Al poco tiempo hago mis primeros entrenamientos de seguridad, y por la tarde conozco a la banda, somos seis nacionalidades: Ucrania, Brasil, Argentina, Inglaterra, Filipinas y México. Dos de de ellos son mis buenos amigos: Gabriel de Brasil, y Fran de Argentina. Esa noche tocamos jazz, la banda anda bien, todos son grandes músicos, caigo rendido a cama.


Miércoles

Llegamos a Nagoya, entre el trabajo. y entrenamientos apenas tengo tiempo de escaparme por un café, al entrar al local noto que la gente aquí ama el Jazz, en casi cada café o casa de té, suena por los parlantes. Regreso al barco a ensayar, esa noche estrenamos un nuevo show para mí. Divos & Divas. Música de Tony Benett, Carole King, Barbra Streisand y otros. No es muy complicado, aunque me lía un poco que tengo que cambiar varias veces de guitarra eléctrica a acústica, quitarme los auriculares y pasar al escenario a hacerme el guapo con una cantante. El show sale muy bien, a la noche tocamos Jazz en un pequeño lounge. Abrimos con Sandu de Clifford Brown y hacemos una versión progesiva de My Favorite Things, distorsión a full. Al final parece gustarle a la gente. Al terminar la banda me invita al bar a tomar algo, pero sigo molido y todavía con un poco de Jet Lag, prefiero ahorrarme las energías.




Teatro Constellation