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El renacimiento de la Patria

A Don Carlos Payán, In memoriam

Silvano Héctor Rosales Ayala

Vivimos tiempos luminosos. El 18 de marzo, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador convocó a una concentración en el Zócalo de la ciudad de México el lugar por antonomasia para la expresión política. El motivo: conmemorar el 85 aniversario de la expropiación petrolera.

Esta crónica comienza con una extraña experiencia. A la altura del Caballito amarillo de Sebastián, no puede resistir la conmoción emocional provocada por miles y miles de personas que se dirigían hacia un mismo lugar. Apenas era la una de la tarde y la participación de Amlo se programó para las 5 de la tarde. Afortunadamente no iba solo mis lágrimas tuvieron un buen destino. ¿Qué las provocó? Darme cuenta que después de siglos de infamias y agravios hacia los pobres y los humildes por fin había llegado al poder un presidente verdaderamente interesado en los más pobres, por ejemplo, a través de los programas sociales. La gente venía de todos los puntos cardinales de México: Sonora, Sinaloa, Coahuila, Nuevo León, Oaxaca, Chiapas, Morelos, Veracruz, Guerrero. Todas y todos llegaron por la convicción de que su presencia es valiosa para expresar su apoyo a las transformaciones sociales, políticas y culturales que se están realizando.

Atravesamos la Alameda y decidimos rodear por la calle de Donceles para entrar por la cara poniente de la catedral. En el camino, contingentes organizados de la Comisión Federal de Electricidad, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y muchos otyros gritaban consignas. Al llegar al Sanborns de Tacuba, lo clásico: las ganas de ir al baño. Bien por este negocio que por cinco o diez pesos ofreció un servicio indispensable. En la calle de Donceles está el Teatro de la Ciudad y la Cámara de Diputados. Todas las calles paralelas mostraban ríos y río de personas de múltiples colores, edades, las identidades múltiples que es México mostradas en todo su esplendor.

Por fin llegamos muy cerca de la calle de Tacuba. Desde allí escuchamos las palabras encendidas, apasionadas y verdaderas del Presidente. La unión entre el líder carismático y la masa fue total. A diferencia de otras imágenes históricas sobre las masas, lo que observamos aquí tienen la frescura de la participación espontánea, libre y autogestiva.. Al terminar el mítin, miles y miles de personas ofrecieron un espectáculo no planeado. Nosotros, encima de una piedra de mármol podíamos ver con comodidad los rostros los vestidos, miles de gorras de béisbol, muchas de ellas regaladas por candidatos que están en campaña en Coahuila y el Estado de México. Vimos también la participación artística de un ensamble de tambores. Un grupo de actores se disfrazó con trajes de presidiarios y máscaras de los expresidentes: Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña. Una calaca y un diablo se llevaban al infierno a los partidos políticos.

Cuando se vacío la plaza caminamos hacia el templete, para leer la consigna: Humanismo y rescate de la nación. Creo que en estas palabras se sintetiza un mensaje muy poderoso. Aunque falta clarificar el significado del humanismo de la Cuarta Transformación, porque habrá qué hacer una revisión histórica de los diversos humanismo que ha habido, creo que puede ser muy rico del debate acerca del humanismo adecuado para México y otras sociedades similares. El nuevo humanismo deberá tomar en cuenta las diversas generaciones de los derechos humanos y hacerlos dialogar con los derechos de los animales, los derechos de la Tierra y los derechos de la naturaleza.

El rescate de la nación nos permite considerar las relaciones complejas que se establecen entre lo nacional y lo global. En este caso se trata de repensar las relaciones entre México y Estados Unidos. Sólo México tiene la frontera más grande con la potencia mundial; el principal socio de México son los Estados Unidos; las industrias culturales norteamericanas tienen como población objetivo a los públicos de México y Latinoamérica; la migración histórica mexicana hacia ha configurado lo que algunos autores llamas “Mexamérica”.

Al finalizar este acto político en la noche primaveral la hermosa bandera mexicana ondea, con dignidad. Pienso entonces en Alejandro Jodorowski y sus actos pánicos. Sólo a un genio como él o como López Obrador se les pudo ocurrir reunir en una tarde primaveral a quinientas mil personas para vivir un sueño de una tarde sabatina en el Zócalo. Amor con amor se paga. La nación amaneció otra vez brillante y diamantina…