JOSÉ ANTONIO GÓMEZ ESPINOZA
En el contexto del cambio de época que vive la humanidad, ¿cómo será la
educación en la nueva época histórica? Algunos pensadores estiman que ésta,
deberá estar acorde con la visión del mundo que prevalezca y que uno de los
criterios a considerar, es la “calidad educativa”.
La humanidad vive la génesis de un cambio de época, el cual, se expresa en
cambios drásticos en las todas las construcciones sociales del hombre. El rumbo
de la educación en la nueva época histórica está en función de la visión del mundo
que se adopte. De Sousa Silva asume tres visiones del mundo: la mecánica, la
económica y la holística.
La visión mecánica asume una educación “racionalista”, en la que se educa para
alienar a los ciudadanos, “adiestrados” como “recursos humanos”, como piezas
del engranaje productivo. La educación bajo esta visión no tiene espacio para la
dimensión emocional, ecológica ni la social.
La visión económica concibe a la educación como un proceso de domesticación
de ciudadanos, “capacitados” para ejercer diferentes roles económicos. Los
egresados de las instituciones educativas, en su rol de “productos”, se consideran
como “capital humano”.
La visión holística asume a la educación como sinónimo de transformación. Los
estudiantes, bajo esta visión, se forman como “talentos humanos”. La
transformación se traduce en una convivencia armónica con la naturaleza (Torres
Carral, 2003).
Es bajo el contexto de la visión holística, que se hacen ciertos los objetivos que
propone la UNESCO para la educación: APRENDER A CONOCER, APRENDER
A HACER, APRENDER A CONVIVIR Y APRENDER A SER.
Estos objetivos integran tanto el componente de conocimientos académicos como
las habilidades motrices, las actitudes, los valores, así como las aptitudes
emocionales con miras a una formación integral de los estudiantes que potencie el
desarrollo humano.
Bajo este contexto, es impostergable, repensar la educación, ajustar sus modelos
educativos con pertinencia a la nueva sociedad; redefinir la concepción de
educación, su misión y visión en función de la construcción de una nueva utopía
social, la de un mundo en armonía con los semejantes y con el entorno, un mundo
justo, equitativo y en paz.
Para esto se asume el reto de una educación de calidad, asumida ésta como un
concepto social, dinámico, en permanente construcción que permita la utopía de
un mundo más vivible.
Desde esta perspectiva, el concepto calidad tiene diferentes enfoques y
definiciones. “No es posible construir calidad de la educación en abstracto,
necesariamente debe vincularse a una sociedad concreta” (Calivá, 2003). La
calidad de la educación debe contextualizarse en el marco de las realidades
nacionales, regionales y locales. La calidad como construcción histórico-social,
adquiere significado y pertinencia en la medida que se le contextualiza.
Las condiciones históricas, geográficas y sociales definen el concepto de calidad,
es decir definen el porqué, el cómo y para quien se busca ésta. Así, la calidad de
la educación en México adquiere significado y sentido, en la medida que ésta,
responde a los retos que se presentan para el desarrollo del país en sus diferentes
ámbitos y permiten la formación de seres humanos críticos, comprometidos con su
tiempo, capaces de construir la utopía de un mundo deseable.