
(Primera de dos)
Hace más de 36 años, iniciaron los trabajos en campo del Proyecto de Investigaciones Arqueológicas de Yautepec. En principio todo fue posible el gracias al apoyo y financiamiento que la comunidad, encabezada por la Sociedad Cultural Yautepec, A. C., proporcionó a la entonces delegación del Centro Regional INAH-Morelos-Guerrero. Por aquella época el caso constituyó una experiencia inédita en la historia de la arqueología en México. Esta es la breve historia de una comunidad que preocupada se organizó para la recuperación de su pasado arqueológico.

De acuerdo con el Códice Mendocino y la Matrícula de Tributos, Yautepec pertenecía a la provincia de Huaxtepec (Oaxtepec). En 1976, el Departamento de Registro Arqueológico del INAH (Vol. 17, Tl, libro 29, núm. 14, Loc. 1), pero desde mucho tiempo atrás el sitio era conocido y visitado, principalmente por saqueadores y personas sin conocimiento preciso del valor histórico de la zona, pero también por verdaderos conocedores como Francisco Plancarte y Navarrete, Román Piña Chan, Miguel Salinas, o Valentín López González, quienes documentaron la importancia cultural de Yautepec a partir de sus asentamientos olmecas, teotihuacanos, y del periodo Mexica-Tlahuica.
En el Proyecto de Excavaciones Arqueológicas en Yautepec, Mor. INAH, en 1988, se lee que «Se tienen reportados en los archivos del Centro Regional Morelos del INAH, varias denuncias de saqueos, a las cuales acudieron oportunamente los investigadores. Según los informes obtenidos, a través de sus intervenciones se logró disminuir momentáneamente la destrucción del sitio, salvo en el caso sucedido en el año de 1980, cuando la Agencia del Ministerio Público Federal declara, sorpresivamente, para los investigadores del INAH, que la Zona Arqueológica de Yautepec no corresponde a un asentamiento prehispánico. Este hecho debilitó notoriamente la labor de conservación a la que el Centro se había abocado».
A principios 1988, un grupo de hombres y mujeres preocupados por las condiciones del municipio de Yautepec y las alternativas para lograr superar el estado de atraso y postración, se empezaron a reunir todos los jueves a las 19:30 horas en una casa ubicada en la esquina de las calles Sabino y Purísima, en el Barrio de Rancho Nuevo en Yautepec.
Después de discusiones y debate de ideas, el 21 de abril de ese año se acordó crear la Sociedad Cultural Yautepec, A.C., una «organización independiente, democrática y nacionalista conformada por quienes creen que la cultura es un derecho inalienable del individuo y de la sociedad».

La naciente agrupación, de naturaleza civil, no perseguía fines mercantiles, ni propósitos de lucro, ni objetivos económicos, y su objeto social fue la preservación de la identidad cultural como forma de vida y medio de superación, a todos los niveles, la difusión cultural, realizar y auspiciar trabajos de investigación y docencia orientados a la historia y cultura, contribuir al rescate y la preservación de los monumentos arqueológicos, históricos y artísticos, de la ciudad de Yautepec, Morelos, y celebrar todos los actos jurídicos para la realización de sus objetivos sociales, entre otros.
Los integrantes que iniciaron esta agrupación fueron: Fernando Bustamante Orañegui, Domitilo Álvarez Pacheco, Benito Jiménez Sandoval, Juan de Dios Bustamante O., Javier Cruz Guido, César Ortiz Triana, Victoria Rabiela Marín, Luis Solís Polanco, René Baker, Jaqueline Montekio, Andrés Bautista, Laura Medrano, Juanita Quezada.
A efecto de realizar una rifa de una radiograbadora, para captar fondos económicos e iniciar sus actividades, los miembros de la nueva agrupación hicieron una aportación individual de veinte pesos cada uno, reuniéndose un total de doscientos cuarenta pesos, se vendieron boletos por un importe de $591.00 con lo que se adquirió el aparato y el remanente se empezó a aplicar a los primeros gastos del grupo.
Con el propósito de motivar a los habitantes de Yautepec acerca de apoyar el proyecto de investigación de la Zona Arqueológica, inicio una intensa promoción entre los sectores educativo, social y gubernamental, para dar a conocer la decisión de la Sociedad Cultural Yautepec, A. C. de solicitar al INAH su intervención y encabezar esta ambiciosa empresa. Se organizan así ciclos de conferencia, entrevistas con maestros y alumnos, con autoridades, comerciantes y trabajadores, tratando de sensibilizar a la gente y persuadirla a respaldar los trabajos.

Asimismo, se empezó a promover la entrega de donativos y recursos económicos necesarios para hacer frente a los gastos del proyecto y nunca se imaginó de que nivel iban a ser. De esa manera se organizó una rifa de cuadros pintados y donados por Marcelo Gutiérrez Tizoc y Jaqueline Montekio; se efectuó una colecta pública en el zócalo de Yautepec; se preparó una obra de teatro; se presentó la premier de la película «Con ganas de triunfar» en el cine de Yautepec, con la asistencia principalmente de jóvenes estudiantes de la escuela Secundaria Federal Ignacio Manuel Altamirano, se colocaron alcancías metálicas en diversos sitios para captar aportaciones; se realizó una colecta en el mercado municipal; se hicieron Festivales Artísticos para recaudar fondos. Antes de iniciar el proyecto ya se habían logrado reunir cerca de cinco millones de pesos, los que en las dos primeras semanas de trabajo se terminaron.
La promoción del proyecto permitió despertar el interés de la comunidad y en los primeros días de mayo de 1989, el ambiente de expectación y curiosidad fueron el marco propicio para dar inicio en campo al Proyecto de Investigación de la Zona Arqueológica.
Después de algunos meses las 8 de la mañana del lunes 8 de mayo del año de 1989, en el extremo poniente del predio del llamado “Cerrito de Rancho Nuevo”, cuya propiedad ostentaba el Sr. Porfirio López, quien lo había cedido verbalmente para la investigación, se dieron cita el presidente Municipal de Yautepec, Isidro Leonel Coronel, y contingentes de las escuelas Secundaria Federal «Ignacio Manuel Altamirano», Preparatoria por Cooperación «Alberta Rojas Andrade», Centro de Estudios Tecnológicos, Industriales y de Servicios CETIS No. 99 y la Secundaria para Trabajadores Moisés Sáenz Garza.
“Alrededor de las 13:00 horas de ese mismo día, ante la mirada ansiosa de todos los que estábamos ahí, aparecieron los primeros muros de una plataforma piramidal. Lo primero que se empezó a observar fue la parte superior de una escalinata de piedra y junto a ella una alfarda en la cara poniente de la construcción prehispánica; su estado mostraba los estragos de haber permanecido casi 500 años sepultada bajo toneladas de piedra y tierra, en un claro intento por ocultarla y conservarla de la destrucción que llegaron a hacer los conquistadores españoles”, como me lo relató en una entrevista inédita el cronista César Ortiz Triana.

Fue así como a partir de entonces surgió un creciente movimiento de orgullo a favor del rescate de la zona arqueológica, sumándose día a día niños, como quien esto escribe, jóvenes y adultos, hombres y mujeres. La comunidad no sólo se interesó en las investigaciones, sino que también intervino de manera gratuita en las excavaciones. Esta situación novedosa para los arqueólogos no dejó de ser un verdadero reto de planeación y organización para ellos, pero sólo involucrando a la población, el proyecto logró cierto impacto en la conciencia social.
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