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Luis Felipe Crespo*

El pasado 10 de abril se cumplieron 104 años del asesinato del general Emiliano Zapata, comandante del EjércitoLibertador del Sur. Con su muerte se sella la derrota militar de la revolución agraria en Morelos, pero queda en la memoria colectiva el ideal zapatista de “Tierra y Libertad”. Cabe preguntarse, ¿qué se logró durante un poco más de 100 años?, ¿Dónde están los herederos de quiénes lucharon y dieron su vida?

Después de la terrible ocupación del ejercito carrancista en la entidad entre 1916-1919, causando muerte y genocidio en varios de los pueblos surianos, asesinado a mujeres, niños y hombres mayores, -en Tlaltizapán el 13 de agosto de cada año se recuerda dicho genocidio- la población se encuentra diezmada y escondida, los restos del ejercito zapatista organizado en guerrillas que constantemente hacen presencia en pueblos y rancherías, la entidad se encuentra desbastada y con hambre, la producción económica prácticamente detenida, sufriendo todavía los estragos que trajo consigo no solo la guerra sino también la epidemia de la gripe española, que pegó muy duro en Morelos. 

En este contexto, los generales zapatistas que buscan reagruparse encuentran con la muerte de Venustiano Carranza una alianza con Álvaro Obregón al adherirse al Plan de Agua Prieta. No exentos de múltiples contradicciones y con grandes diferencias, el gobierno acordado de José G. Parres y con Genovevo de la O, como jefe militar de la División de Sur iniciaron el proceso de restitución a los pueblos y reparto de tierras de acuerdo con la Ley Agraria de 1915 y el artículo 27 constitucional, entre quienes habían estado en la lucha, lejos quedó el Plan de Ayala.

El gobierno provisional, rápidamente lanzo un manifiesto llamando a los pueblos, campesinos y antiguos combatientes a participar en la dotación y restitución de tierras, primero como un acto para el inicio de siembras necesarias para producción de alimentos que la propia población requería, en tanto el gobierno federal realizaba lo correspondiente para legalizar los derechos de la tierra. Se hizo el llamado también para el retorno de los habitantes a la entidad, poco a poco se empezaron a repoblar pueblos, rancherías, caseríos, y demás lugares; además de la gente originaria, llegó mucha población de las entidades vecinas de Puebla, Guerrero, Michoacán, Estado de México, quienes también habían vivido condiciones de desabasto en sus regiones.

Entre 1922 y 1927 de acuerdo con Womack el 80% de las familias morelenses contaban con tierra y explotaban el 75% de las tierras de labranza; para 1929 la Comisión Nacional Agraria dio por terminado el reparto agrario en Morelos (Ver Héctor Ávila, Aspectos históricos de la formación de regiones en el estado de Morelos, CRIM-UNAM. Cuernavaca, 2002).  Para los pueblos del centro y sur de Morelos, la región cañera de la entidad, el reparto se otorgó tanto para tierras de riego como de temporal, estas últimas para la milpa y las primeras para la siembra del arroz, tomando en consideración los beneficios arroceros en la zona, en manos de particulares conocidos como las “gachupines”, quiénes pagaban por las cosechas y tambiénpara volver a sembrar caña, al país le urgía azúcar, así los nuevos poseedores de los antiguos latifundios divididos en varios ejidos y parcelas, mantuvieron una doble circunstancia, entre campesinos tradicionales y agricultores comerciales.

No exentos de múltiples dificultades, esa década de los 20’s pasó llena de incertidumbres, de búsqueda por recuperar de la vida tradicional y las fiestas populares, pero también entre el surgimiento de nuevos liderazgos que rápidamente se convirtieron en cacicazgos locales, sujetos que empezaron a tener los controles en las negociaciones y el trato con funcionarios de los gobiernos estatales y federales, así como en la formación de las nuevas organizaciones campesinas: La Unión de Productores de Caña en un primer momento y las que surgen del PRM formado por Calles y que dará lugar a la creación de la CNC.

En este ambiente, la iniciativa de construir el Ingenio Emiliano Zapata en Zacatepec, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas vino abrir una enorme expectativa entre los campesinos, sus hijos, ya la segunda generación de ejidatarios tendría oportunidades no sólo de asegurar las cosechas, sino también de un trabajo remunerado. La realidad no fue tan sencilla desde el inicio de la construcción hasta su operación la región empezó a poblarse de gente proveniente de otras regiones cañeras, con experiencia en el trabajo fabril de la producción de azúcar, dejando en puestos subordinados o fuera de ellos a los campesinos y sus hijos, circunstancia que propició enormes luchas, como lasencabezadas por Rubén Jaramillo que nunca cejo de lidiarpor la participación activa y con los beneficios que ello traería a los ejidatarios morelenses.

A pesar de la corrupción, los controles políticos, económicos y la sujeción que el ingenio propició entre los ejidatarios, esta segunda generación encontró los caminos para la diversificación de sus actividades, así algunos de ellos o sus hijos incursionaron en el magisterio o migraron tanto a la ciudad de Cuernavaca o México donde encontraron en el sector servicios las oportunidades de ingreso, y con ello se empezó un proceso gradual y permanente de movilidad social, la cual se viene a acelerar con los dos procesos más relevantes de la segunda mitad del siglo XX, la industrialización y el inicio imparable de fraccionamientos para el turismo de descanso, en un primer momento de elites de la ciudad de México y hoy masivo.

Para fines de los años setenta y principios de los ochenta la entidad se encontraba en una nueva situación económica y política, la urbanización y la construcción de fraccionamientos está en auge, la industrialización en CIVAC se ha consolidado y se expande rápidamente en Cuautla, el PRI y sus organizaciones corporativas están consolidadas. La tercera generación de ejidatarios tiene a cargo la producción de caña; son sus padres y abuelos quienes trabajan las tierras de temporal, nada rentables, pero en un afán de contar con alimentos propios y de resguardar los saberes del trabajo en el campo. Lejos quedó el sueño de la cooperativa obrero-campesina del ingenio de Zacatepec, convertido en empresa paraestatal, corrupta y totalmente ineficiente, llevó a estos ejidatarios cañeros a obtener sus principales ingresos fuera de la región, en sector industrial, muchos de ellos son profesionistas y comerciantes, los ingresos de la caña ahora son complementarios, ser productor tiene varios beneficios secundarios, contar con el Seguro Social para ellos y sus familiares y una pensión al final de la vida laboral, entre otros; la renta de la tierra es también una opción, para producir sin trabajarla y sin dejar de ser ejidatario.

Así, en 1992 las reformas al artículo 127 de la Constitución y la nueva Ley Agraria llega en el momento de que la cuarta generación de ejidatarios se empieza a ser cargo de las tierras, son ellos quienes mayoritariamente se favorecen del proceso de certificación de los derechos ejidales y de la dotación en definitividad de sus parcelas, el ejido en la práctica deja de ser propiedad social y la tierra de privatiza, hoy ya los ejidatarios pueden disponer, vender o rentar sólo con la autorización de sus propias asambleas.

Después de la quiebra, cierre y venta del Ingenio Emiliano Zapata al consorcio Beta San Miguel, es la empresa quiendicta las pautas y ritmos de la producción de caña, en los últimos años la diversificación de especies de caña se ha reducido sólo a tres, la mayoría de los productores tienen peones trabajando las parcelas o éstas se encuentran rentadas o se venden a sectores que están acaparando tierras, tanto para continuar en producción de caña como para su fraccionamiento en colonias de fin de semana, los pueblos dejaron de ser los lugares que se pensaban como “comunes” y se han convertido en localidades con altos grados de estratificación social viviendo una constante contradicción,entre ideal zapatista de “La tierra es de quién la Trabaja” o ¡de quién la Renta…!

* Egresado del Colegio de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Concluyó los estudios de maestría en la UNAM.

Desde agosto de 2019 a la fecha es profesor de tiempo completo de la licenciatura en Patrimonio Histórico, Cultural y Natural que imparte la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García, plantel Tlaltizapán de Zapata, Mor.

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