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Hugo Barberi, Ricardo Villada y Otto Alberto Pérez

  

María Inés Salgado Nava, una joven de 34 años, madre, no solo no tendrá este día una celebración, sino que ha vivido casi un año con la angustia que en periodos se torna en desesperación, porque su hijo, Antonio Alexander Mojica Salgado, de 11 años, se extravió desde el 30 de junio del año pasado y desde entonces no ha sabido nada de él y la Fiscalía de Morelos, casi un año después, no le ha dado ni un solo resultado de las investigaciones que supuestamente realiza. 

En el peor de los casos, sospecha María Inés, la fiscalía morelense no ha realizado la búsqueda, le ha cancelado sus citas en nueve ocasiones y ya casi se cumple el año de la desaparición, “y así me llevan, ya no sé ni a quién acudir”. 

María Inés, habita en el municipio de Tlaquiltenango, Morelos, un municipio donde a principios del sexenio pasado masacraron a toda una familia y que hoy en día no deja de ser de los lugares más inseguros de la región sur, donde a principios del año pasado, raptaron, ultrajaron y asesinaron al niño Ricardito, de seis años, situación que sigue impune y donde constantemente se sabe de casos de narcomenudeo, robos, asaltos y homicidios dolosos. 

Recuerda que las búsquedas efectivas, fueron las primeras, las se organizaron sus vecinos para encontrar a su hijo y, ante la difusión inmediata en redes sociales, lograron que posteriormente se unieran las fuerzas castrenses y la policía con dos perros de rastreo y voluntarios de la colonia, del municipio y otros lugares.

Insistieron en buscar el paradero del niño a unos dos kilómetros de la colonia Emiliano Zapata de Tlaquiltenango, de donde salió acompañado de su papá, Antonio, cuyo cuerpo lo encontraron a los vecinos, dos días después, en la misma zona donde la Fiscalía dijo que realizó su búsqueda. 

  

Alexander salió a trabajar con su papá y ya no regresó 

  

Cuenta María Inés, que desde hace tiempo vivía separada de su esposo, ahora finado y que vivía con otra persona en la misma colonia, pero él llevaba al trabajo a su hijo Antonio Alexander, por lo que aquel jueves 30 de junio pasado no fue la excepción y alrededor de las 12:00 horas, pasó por el niño y se lo llevó a trabajar al rancho “Los Kilos”, que se ubica a por lo menos dos kilómetros de la colonia, a unos 15 minutos. 

Cuando Inés regresó de su trabajo, alrededor de las 18:00 horas, se dio cuenta que su hijo no estaba, preguntó a sus dos hijos mayores, quienes le informaron que Alexander no había regresado. Inés que fue a buscarlo al domicilio de su papá, pero salió Sara, la pareja de su exesposo y le dijo que no habían llegado, que se había comunicado con él A las 16:00 horas para que ya se fuera a comer “él contestó, supuestamente dijo que ya iba”, pero que nunca llegó.

Alrededor de las 19:40 horas, Inés, acompañada de vecinas, se fueron al rancho. Encontraron el portón abierto del rancho, una motocicleta prendida “y mi niño no estaba, más que su resortera que siempre cargaba en su mano o en su cuello, jamás se despegaba de ella. Ya no los encontramos”. 

Al día siguiente, el viernes primero de julio, informaron a la Fiscalía que no los encontraban. Para el sábado, elementos de la fiscalía regional “fueron a investigar al rancho y no encontraron nada”, hasta la noche de ese sábado emitieron la “Alerta Amber”, cuestión que les reprochó la madre angustiada: “yo les dije que ya era muy tarde, que lo hubieran hecho cuando se les informó la desaparición de mi niño, pero no quiso el comandante López, me dijo que no se podía, que tenía que esperarme”. 

Como no se organizaba ninguna búsqueda, el sábado por la tarde buscó el apoyo de sus vecinos para caminar entre el campo y visitar el rancho “Los Kilos”, ya organizados, el domingo siguiente lo hicieron y fue en la parte alta del lugar, en una propiedad, donde los vecinos encontraron el cuerpo del papá del niño, con una bolsa amarrada y una perforación de en la cabeza; ahí mismo estaban todas sus pertenencias. Siguieron buscando y ya en el rancho encontraron un hueso que parecía de un fémur de un menor de edad, sin embargo, luego le dijeron en la fiscalía a la madre que pertenecía a su exesposo. 

Se viraliza el caso

Decidieron hacer pública la situación ante los medios de comunicación locales, ya que buscaron apoyo de Protección Civil (PC) municipal y de la ayudantía pero ellos no quisieron participar, por lo que la situación se “viralizó” y fue hasta el martes que llegó el apoyo: la Guardia Nacional, el Ejército Mexicano, la Cruz Roja Mexicana y más vecinos, quienes buscaron en dos cerros sin tener resultados. Pero los vecinos insistieron y encontraron una cuerda tipo piola y un pedazo de playera en un alambre de púas del rancho, la cuerda como a diez metros de donde localizaron al hombre ejecutado y el pedazo de playera como a 200 metros de ese lugar, ya para salir a la autopista Siglo XXI.  

Ocho días más continuaron los vecinos y PC buscando hasta la colonia irregular Palo Grande, de Tlaquiltenango, un lugar que ya colinda con el municipio de Jojutla, como a ocho kilómetros del rancho. 

En el mismo tiempo llegó personal de búsqueda del estado y con los vecinos encontraron frente al citado rancho una bolsa con la ropa del niño, en un lugar donde ya habían buscado.  

Cuentan los vecinos que pasando la autopista Siglo XXI hay otro rancho, familiares del dueño de “Los Kilos” y donde el grupo de búsqueda simplemente no quiso ir. La brigada civil lo hizo, pero no encontró nada.  

Cabe hacer mención que mientras la madre angustiada en compañía de vecinos visitaba la fiscalía y organizaban la búsqueda, la pareja del papá del niño huyó, de hecho, antes de que localizaran el cuerpo de su marido. Comentan los vecinos que dos meses después regresó por sus pertenencias. 

“La mujer se llama Sarita Díaz Beltrán, se le pidió que viniera a recoger el cuerpo de él y no vino, se negó… lo tuvimos que sacar nosotros, pero no se ha sabido nada más de mi hijo, ya no me dan respuestas”, comenta. 

—¿Qué le dicen en la fiscalía? 

—Que están en investigación. 

—¿No le dan ningún resultado, solo le dicen que están investigando? 

—Así es, solo me dicen que están en investigación, pero no hay respuesta. Cuando me dan permiso de faltar a mi trabajo unas horas, voy a ver, a preguntar cómo va lo de mi hijo y en ocasiones me dicen que se encontró un cuerpo y van a necesitar que vaya a reconocerlo, voy y gracias a Dios no ha sido mi hijo y por eso tengo la esperanza y tengo fe en Dios de que mi hijo está vivo. Le pido a Dios que me lo guarde, es un niño inocente. A la persona que se llevó a mi hijo, le pido que me lo devuelva, que se compadezca de él y de mí, prometo no hacer nada, solo quiero que me devuelvan a mi hijo. 

  

Insistente petición al gobernador

María Inés, nuevamente pidió el apoyo del gobernador de Morelos, “yo sé que ellos pueden, tienen los medios y aparatos necesarios para dar, porque es imposible que no hayan dejado una sola huella del niño, ya pasaron muchos meses y no hay respuesta. No sé si no nos oyen o no nos quieren apoyar, también ellos son padres. Si ellos estuvieran en mi lugar harían hasta lo imposible para que apareciera mi hijo”.

Antonio Alexander

La colonia Emiliano Zapata de Tlaquiltenango está en la zona oriente de la cabecera municipal, en una loma, parte de un cerro donde se reportan constantemente hechos delictivos, mismos que se incrementaron tras la ocupación de terrenos que se regalaron, según la información de los vecinos. 

El caso del niño Antonio Alexander, se turnó de Jojutla a Temixco y pese a las complicaciones que esto representa para la madre, informa que no ha sacado el dedo del renglón, sigue visitando la fiscalía esperando que le informen algún resultado de las investigaciones que se siguen.

María Inés, acudió a una diligencia por una fosa clandestina encontrada el año pasado en Atlacholoaya, pero no lo han encontrado. 

El niño, 13 días antes de su extravío había cumplido los 11 años, estudiaba en línea en la primaria “Emperador Cuauhtémoc”, de Iguala, Guerrero. 

María Inés, tras haber sido despedida de su trabajo en una fonda, porque “me dijeron que no querían problemas” luego de que les informó de la desaparición de su hijo, consiguió un trabajo similar en Jojutla. 

 




Madre no es la que engendra. Esther, 40 años

Mi madre trabajaba en el servicio doméstico de una casa en Río Mayo, mi padre tenía 35 cuando murió, era trabajador de la CFE, siempre quiso lo mejor para mí, o eso es lo que mi mamá decía, falleció por cáncer de mama hace 10 años, me dolió ver a una mujer que se mató trabajando marchitarse de esa manera. ¿Hermanos? 3, mayores que yo, profesores en la CDMX, yo fui la menor, me quede aquí para cuidar a mi mamá, soy la menor, ella decía que era lo que me tocaba, siempre quise hijos, nunca pude concretar una relación con un hombre, mi mamá me decía que la última hija debe de cuidar a sus padres.

Por supuesto, siempre quise una familia, hijos, casa y lo que viene después, pero me estanqué, no pude hacer más por la condición de mi mamá, novios ¡muchos!, compromisos, ninguno; cuidé de mis sobrinos como mis hijos y los mimé por todo lo que no me dieron.  

Nunca consideré adoptar, porque no tenía al esposo, pero nunca me pude casar porque no llegaba el indicado.

Ayude a mis sobrinos lo más que pude, estudié enfermería, cuidaba de mi casa, que me dejó mi mamá y de ellos, los apoyé en sus estudios, les di consejos y los escuché en temas que no les podían contar a sus padres, fui una segunda madre para todos ellos, eso es lo que dicen y me gusta serlo, probablemente así me recuerden cuando no esté aquí, no tuve hijos, pero bien dicen que “madre no es la que engendra”.  

  

Cuando un hijo muere ve en ellos la muerte de una misma. Carmen, 84 años 

Tuve mi primer novio a los 13 años, me casé con él a los 3 meses de conocernos, él tenía 27. Me enamoré o por lo menos eso creía que era el amor, comenzó a golpearme a los 3 meses de casados, probablemente era porque no sabía hacer muchas cosas, pero ¿qué esperaba de mí? Seguía jugando a las muñecas debajo de la mesa cuando él se iba a trabajar, y las escondía debajo de una maceta para que no me las tirara a la basura. 

Quedé embarazada al año de estar con él, lo único por lo que rezaba era porque no fuera niña, si hubiera sido niña no hubiera sido lo suficiente fuerte para irme de ahí, no quería que tuviera una vida que no me gustaba vivir a mí.  

El primero de mis 6 hijos fue un niño, se llamaba Esteban, creció bien, después tuve otros 2 hijos, varones, y mi primera hija fue la cuarta y la que me dio la fuerza para venir a Cuernavaca a vivir, desde Guerrero, sin dinero, sin familia, sola, saqué adelante a mis hijos, apenas teníamos para comer, no quería casarme otra vez, ¡apenas estaba superando a ese cabrón!

A los finales de mis 30 tuve otra niña y un niño con mi actual esposo, quiso a mis hijos como suyos y adoptó a los otros 3 que ya traía, terminé siendo madre de 9, nunca lo esperé, nunca creí que sería así, al final solo siguen vivos 5: cuando un hijo muere ve en ellos la muerte de una misma, como si se llevaron algo de ti. ¿Entiendes? 

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