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En uno de los mejores libros biográficos sobre el reconocido padre del reggae, “Bob Marley: La historia oral”, el poeta, músico y activista jamaicano Linton Kwesi Johnson afirmó que la genialidad lírica de Marley radica en su “habilidad para traducir lo personal en algo político, lo privado en algo público, y lo particular en algo universal”. Por ello, exploremos su historia [1].

Robert Nesta Marley nació el 6 de febrero de 1945 en Nine Mile, una pequeña localidad en el norte de Jamaica, en una familia pobre y fragmentada [2]. Era hijo de Norval Marley, un hombre blanco y capitán del Ejército británico, y Cedella Booker, una mujer negra. Desde temprana edad, su padre se desentendió de él.

Nesta, como lo llamaba su madre, se sintió rechazado por ambas comunidades a lo largo de su vida. Creció en Nine Mile y luego se trasladó a Trench Town, un barrio de Kingston, la capital jamaicana, donde se enamoró de la música. Las calles del gueto estaban impregnadas de música, desde la influencia del rock and roll de Elvis Presley y Otis Redding hasta la música tradicional jamaicana.

En 1963, grabó su primera canción, “Judge Not”, y formó la banda Wailin Wailers con Bunny Wailer y Peter Tosh. A lo largo de su carrera, la música de Bob Marley evolucionó, pero su legado se centra en el reggae. Este género no solo incorpora elementos musicales distintivos y evoca los tambores nyahbinghi utilizados en los ritos rastafari, que simbolizan los latidos del corazón, sino que también representa el movimiento rastafari, al cual se unió en 1966 cuando Haile Sellasie, Emperador de Etiopía y considerado “Dios en la Tierra” por los “rastas”, visitó Jamaica [3].

El rastafarianismo es una religión que fusiona profecías bíblicas, filosofía naturista y nacionalismo negro, promoviendo la idea del hermanamiento africano y la unidad de África bajo un único Estado soberano, tanto para los africanos del continente como para aquellos en la diáspora.

Cuando Bob Marley descubrió esta filosofía panafricana de unión, el joven que se sentía rechazado por su herencia mestiza encontró finalmente una familia y una identidad.

En 1972, Marley alcanzó la fama en Inglaterra, lo que lo proyectó a la escena internacional. A pesar de la disolución de su banda y de enfrentar desafíos personales, sus éxitos como “No Woman, No Cry” consolidaron su estatus como ícono del reggae y líder del movimiento rastafari.

La década de los 70 fue crucial para Marley, quien se convirtió en un símbolo de resistencia en medio de la agitación política en Jamaica. En ese momento, la Guerra Fría estaba en su punto álgido, y los bloques del Oeste y del Este libraban varias guerras delegadas en los países en desarrollo. Jamaica estaba al borde de la guerra civil, con la oposición buscando, con instigación y apoyo de la CIA, arrebatar el poder a Michael Manley, líder de un gobierno socialista y democrático [4].

En 1976, la campaña para la reelección de Manley se vio marcada por enfrentamientos armados entre las facciones de los partidos principales de Jamaica, el Partido Nacional Popular (PNP) y el Partido Laborista de Jamaica (JLP). Lo que generó un clima de violencia extrema en los guetos de Kingston. “Fue la época más violenta que ha vivido el país, y Marley era casi la única fuerza que podía unir ambos bandos”, asegura el escritor jamaiquino Marlon James [5]. En ese momento, la fama mundial había convertido al cantante de 31 años en un líder casi espiritual para buena parte de los dos millones de habitantes de la isla.

Para mitigar las tensiones, el gobierno de Manley convenció al cantante de ofrecer un concierto gratuito en la capital Kingston, Smile Jamaica, en el que actuaron diversos artistas. Dos días antes del concierto, Marley sufrió un ataque a mano armada en el que resultó herido. A pesar de eso, ofreció el concierto antes de exiliarse a Inglaterra. Regresó en 1978 para el histórico concierto de reconciliación, One Love Peace Concert, donde logró reunir en el escenario a Michael Manley y a Edward Seaga, los dos principales oponentes políticos de Jamaica. El apretón de manos entre ambos estaba cargado de simbolismo, aunque la reconciliación fue efímera.

En 1977, Marley comenzó a experimentar problemas de salud, y en 1980, su gira europea promocionando “Uprising” fue la última. A pesar de su contribución incalculable a la difusión del reggae en todo el mundo, el cáncer le arrebató la vida el 11 de mayo de 1981.

El Gobierno recién elegido en Jamaica, liderado por Edward Seaga, le concedió la Orden del Mérito, el galardón civil más alto, reconociendo no solo la enorme popularidad de Marley en Jamaica, sino también el prestigio que había logrado para el país con sus triunfos en el extranjero. Ningún jamaicano había hecho más para promocionar el nombre de Jamaica [6].

Con sus letras de cambio social, su lucha por la paz y su rechazo al colonialismo, Bob Marley es un símbolo de liberación que dejó una huella indeleble en la cultura popular mundial. Aunque su cuerpo descansa en Nine Miles en un mausoleo, su legado perdura como el embajador más grande de la música reggae.

[1] [4] [6].Steffens, R. (2019). Tanto que contar: Historia oral de Bob Marley (1.a ed.).

[2] LaHiguera.net. (s. f.). Bob Marley biografía. https://www.lahiguera.net/musicalia/artistas/bob_marley/biografia.php

[3] Thirard, C. (2017). Bob Marley, luces y sombras del rey del raggae [Editorial digital Titivillus]. [5] BBC News Mundo. (2016, 5 septiembre). El día que intentaron matar a Bob Marley de un balazo en el corazón. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-37131832

Foto: Getty Images

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