El 18 de marzo de 1938 es un día especial en la historia de México: el Presidente Lázaro Cárdenas del Río firmó el decreto de la Expropiación Petrolera, un acto de soberanía nacional que devolvía a los mexicanos el control sobre sus recursos naturales, particularmente el petróleo. Este movimiento histórico no solo significó un cambio en la propiedad de la industria petrolera, sino también una transformación en el panorama económico del país.
Antes de esta expropiación, 17 empresas extranjeras tenían un dominio casi absoluto sobre la industria petrolera mexicana. Sin embargo, con la firma del decreto, el Estado mexicano asumió el control total sobre la producción y comercialización del petróleo en territorio nacional, tanto en tierra como en mar. Esta acción no solo simbolizó un paso hacia la independencia económica, sino que también fortaleció las finanzas públicas y permitió un aumento significativo en la actividad económica del país.
En Cuernavaca, una ciudad que ha sido testigo de importantes desarrollos en la industria petrolera, el legado de la expropiación se entrelaza con la vida cotidiana de sus habitantes. En la calle Paseo Cuauhnáhuac 25, en la colonia Revolución, se encuentra una terminal de almacenamiento y reparto de combustibles industriales, que emplea a una considerable cantidad de personas según algunos directorios empresariales.
Sin embargo, la presencia de esta planta no ha estado exenta de controversias a lo largo de los años. A través de investigaciones documentales y sondeos en La Jornada Morelos, hemos descubierto que incidentes como varios incendios, fugas de combustible y la detección de tomas clandestinas de gasolina han generado preocupación y debates en la comunidad local en años pasados.
Uno de los incidentes más recordados fue la explosión ocurrida durante la madrugada del 26 de abril del 2017, cuando una casa ubicada en la esquina de las calles Tulipán Griego y Tulipán Italiano se convirtió en el epicentro de un incendio que devoró horas de tranquilidad. La causa: la extracción ilegal de gasolina por parte de huachicoleros, quienes operaban clandestinamente en la zona, lo que desencadenó un desastre que puso en riesgo la vida de familias enteras.
Este no fue un incidente aislado. Ese mismo año, otra fuga de combustible provocó un incendio en un ducto de Pemex en Cuernavaca, generando alarma entre los residentes de la colonia Milpillas. El fuerte olor a gasolina alertó a las autoridades, quienes rápidamente evacuaron a 85 personas para salvaguardar su integridad. Aunque inicialmente se temió un incendio, se confirmó que se trataba de una fuga en los ductos de PEMEX, lo que agregó más preocupación sobre la seguridad de la zona.
Además de los riesgos asociados con la operación de la planta y los ductos de Pemex, también se han reportado casos de contaminación del agua debido a fugas de hidrocarburos. En 2018, en Ocotepec, se registró un incidente de contaminación del agua ocasionado por fugas de gasolina en varias áreas cercanas a los ductos. En enero de ese mismo año, se percibió un fuerte olor a gasolina, lo que alertó a las autoridades de Protección Civil. Tras una investigación en el lugar, se descubrió un ducto de Pemex que había sido violentado, causó un gran derrame de combustible que fue contenido mediante la instalación de diques.
Este suceso generó demandas por parte de los residentes de las colonias cercanas, quienes exigieron una revisión exhaustiva del estado de los ductos y, de ser necesario, la suspensión de su uso a favor del transporte mediante pipas.
El entonces director del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca, José Pérez Torres, adoptó medidas inmediatas al presentar una denuncia ante la Procuraduría General de la República por la presunta contaminación de hidrocarburos en el pozo de Ocotepec 2, ubicado en la misma zona afectada por la fuga de combustible.
Durante ese período, el problema de los huachicoleros era una preocupación delicada para los residentes de Cuernavaca. En 2017, al norte de la ciudad, se descubrieron y clausuraron decenas de tomas clandestinas de gasolina por parte del personal de Protección Civil y las autoridades estatales y federales. Además, en 2018, el robo de gasolina aumentó cinco veces más que en años anteriores.
Como consecuencia de estas crisis, se implementaron medidas drásticas, como la suspensión del uso de los gasoductos desde 2018. Sin embargo, a pesar de esta acción, en la actualidad muchos residentes aún desconocen que los ductos ya no transportan gasolina, lo que evidencia la necesidad de una mayor comunicación y transparencia por parte de las autoridades. Aunque los ductos de Pemex ya no están operativos, los postes amarillos con señalizaciones de «no cavar» aún permanecen incrustados en el concreto.
En la actualidad, los habitantes de las colonias cercanas a la planta y los ductos parecen haberse acostumbrado a convivir con esta presencia industrial. Aunque algunos expresan preocupación, la mayoría parece haberse adaptado a la situación, posiblemente resignados a los desafíos que implica coexistir con la industria petrolera.
Foto: La Jornada Morelos