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Ayer a las 21:27 horas del Centro de México entramos oficialmente al invierno que se extenderá hasta el 19 de marzo de 2024.

En el solsticio, el Sol atraviesa el trópico de Capricornio, al sur del ecuador celeste alcanzando su punto más bajo en el cielo, marcando así el día más corto y la noche más larga del año y el paso del otoño al invierno.

El solsticio de invierno es un evento astronómico culturalmente muy relevante. Históricamente, diversas culturas lo celebraban con festivales y rituales, a menudo asociados con el renacimiento, la luz y la esperanza del regreso gradual de días más largos y cálidos. Es una fecha que refleja la relación entre el hombre y el cosmos a lo largo de la historia.

Para los antiguos mexicanos, el 21 de diciembre y el solsticio de invierno es el día en que nace, anualmente, Huitzilopochtli. El día en que la Madre Tierra daba a luz a su niño precioso, el pequeño Sol de Invierno Huitzilopochtli. “Este colibrí radiante emerge del vientre de Coatlicue desde su lado izquierdo, por ello lo nombramos colibrí zurdo “Huitzilopochtli”.

Solsticio y equinoccio no es lo mismo

La diferencia entre solsticio y equinoccio radica en que, mientras que el solsticio (tanto de invierno como de verano) es el momento en que el Sol alcanza su máxima o mínima declinación angular respecto al ecuador terrestre, los equinoccios (de primavera y otoño) ocurren cuando el Sol se sitúa exactamente sobre el ecuador, dando lugar a días y noches de duración casi idéntica.

El inicio del invierno

El solsticio de invierno representa un punto de inflexión en la relación dinámica entre la Tierra y el Sol pues trae consigo un cambio significativo y perceptible en la duración del día, lo cual tiene profundas implicaciones no solo en el ámbito astronómico sino en las vidas de comunidades enteras.

Durante el solsticio de invierno, el polo norte de la Tierra está inclinado más lejos del Sol, por lo que el día es más corto y la noche más larga del año. En este día, el Sol, visto desde la Tierra, parece estar en su punto más bajo en el cielo al mediodía. Este punto más bajo coincide con la máxima declinación Sur del Sol en la esfera celeste.

A partir del solsticio de invierno, la inclinación de la Tierra comienza a cambiar en relación con su posición en la órbita alrededor del Sol. A medida que la Tierra sigue su órbita elíptica, el hemisferio norte comienza a inclinarse gradualmente hacia el Sol. Esto resulta en un aumento progresivo de la duración del día y una disminución correspondiente de la noche.

Este cambio no es abrupto sino gradual, y cada día, desde el solsticio de invierno hasta el solsticio de verano, el día se alarga un poco más, alcanzando su máxima duración durante el solsticio de verano, cuando el polo norte está inclinado más hacia el Sol.

Para los humanos, este cambio gradual en la duración del día afecta actividades como la agricultura, la energía, y también tiene implicaciones psicológicas, afectando el estado de ánimo y los ritmos circadianos.

Con información de National Gographic / Sergio Parra y Tlahuicalli.org