loader image

El día anterior a la pandemia, se realizó una marcha por la Ciudad de México, al igual que en otras urbes del mundo. Las fotografías aéreas que se tomaron del acto revelaron el predominio del color violeta portado por las mujeres que reivindicaban sus derechos. El color era acentuado por las jacarandas que florecían en plenitud ante la inminente Primavera, única estación de género femenino en nuestro transcurrir paternalista. De tal modo, la alegría del color era un homenaje al humo violeta provocado por las llamas que acompañaron a la manifestación del 8 de marzo de 1857 cuando trabajadoras de la fábrica Textilera Cotton de Nueva York, en defensa de la reducción en la jornada laboral, fueron reprimidas brutalmente por la policía. Un suceso trágico dio pie a que el 8 de marzo de cada año el Día Internacional de la Mujer Trabajadora se convirtiera en Día Internacional de la Mujer.

Los nombres de los días son de género masculino (lo enfatiza Ramón López Velarde en uno de sus poemas más repetidos, dedicado a una mujer). Todos los días debían tener nombre femenino porque todos los días son de ellas. Detener nuestra carrera en el calendario, marcar con piedra blanca esa efémeride, demuestra lo que debemos a las prodigiosas, necesarias, invencibles mujeres.

Vicente Quirarte

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *