Más de 240 artistas, intelectuales de esos que no son de sofá, gente dedicada a la biología y arquitectura y algunos negocios forman una comunidad que, imaginada, cuidada, sostenida y coordinada por la historiadora del arte y curadora, Helena Lugo, ha dado en llamarse Palmera Ardiendo y que a casi cinco años de su fundación tiene lista su tercera edición bajo el título “Nos toca ser el asteroide”.
Se trata de una línea de investigación a desarrollarse durante el 2024 alrededor de la idea de la naturaleza y la relación de la sociedad con el entorno frente a la crisis ecológica contemporánea cuyos efectos todos padecemos.
Palmera Ardiendo presentará un programa con gente dedicada al arte, la literatura, biología, arquitectura y otras actividades en un laboratorio, exploraciones interdisciplinarias, intervenciones en espacios públicos, biblioteca itinerante, una pequeña exposición y un programa de cine.
La edición 2024 de Palmera Ardiendo arranca con un taller teórico-práctico diseñado por Davo Valdés titulado “Las revueltas de la barranca: desafíos contemporáneos de un planeta herido” que consta de una serie de exploraciones interdisciplinarias que permitan detonar reflexiones críticas para explorar, reflexionar e investigar el paisaje particular de las barrancas de Cuernavaca y las múltiples condiciones que emergen de ellas.
El taller es gratuito y está dirigido a artistas de Morelos. Para esta edición se destinarán varias becas del 100% para artistas. Si necesitas más información sobre la convocatoria consulta https://www.instagram.com/palmeraardiendo/
Durante el verano “La Hamaca”, proyecto de biblioteca móvil de Palmera Ardiendo tendrá una residencia de tres meses en La Tallera Siqueiros, donde encontrarás títulos con temas relacionados a las temáticas de la edición y ejercicios fabulativos para detonar procesos creativos y comunitarios.
En esta edición Palmera Ardiendo reunirá principalmente a participantes locales y nacionales; así como a diversos públicos para lanzar imaginarios, gestos y acciones alrededor de las barrancas, la memoria del agua que las habita, las enseñanzas de su vegetación y los vínculos que establecemos con otras formas de vida, a través del arte contemporáneo.