Como ya anunciaron, mañana domingo algunos padres y madres de familia morelenses se unirán a la protesta nacional contra la nueva versión de los libros de texto gratuitos editados por la SEP.

El debate a escala nacional comenzó desde hace semanas y, a diferencia de lo que ocurría anteriormente cuando se centraban en contenidos específicos, por ejemplo, la educación sexual e información reproductiva, en esta ocasión muchos protestan, además, por la supuesta intención de colar en ellos mensajes doctrinarios e imprecisiones, aunque, en menor medida, este tipo de críticas ya también ha habido en el pasado.

No cabe duda de que el Libro de Texto Gratuito es un logro de la nación entera, como la autonomía universitaria y el IMSS, por decir los más obvios, y la quema de algunos de sus volúmenes no solo ha lastimado a las generaciones que crecimos con ellos, sino que ha encendido algunas alarmas sobre todo en especialistas y estudiosos que consideran que la educación de los niños es primero y que los libros deberían considerarse como lo que son: un apoyo pedagógico que no debería ser tomado como bandera política, por ningún bando.

La postura más sensata es, desde luego, buscar el diálogo para evitar que el tema continúe su politización que, a la larga, solo afectaría a las infancias que el próximo lunes entran a clases, por lo que es irreal pensar que se van a tirar de nuevo los 115 millones de libros que requieren.

En la Jornada Morelos varias plumas han abordado el tema de manera profunda e informada y valdría la pena recordar algunas de sus opiniones en el contexto que debería imperar: el intercambio de ideas. Por espacio nos limitaremos a algunas de las más recientes:

“Si bien se escuchan voces críticas autorizadas, sobre cuestiones pedagógicas, técnicas mínimas en su conformación y contenido, así como objetivos educativos, lo cierto es que, ante los ojos del común de la gente, parece una lucha encarnizada entre dos bandos, a todo o nada, que impide escuchar a quien no piensa igual que uno; hay un rechazo de plano, sin reflexión mínima a lo expuesto por la contraparte, aunque tenga argumentos sólidos. Con tanta polvareda demagógica, ideologizada y dogmática, se pierden los puntos medulares de la problemática”, escribió Enrique Guadarrama López el 24 de agosto.

“Los nuevos libros de texto gratuitos tienen también aciertos, como enfatizar la igualdad de género y el cuidado del ambiente, pero pueden y deben mejorarse sin marcos ideológicos. Sobre todo colocando al niño como el objetivo central de una educación de alcance universal”, Víctor Manuel González, 25 de agosto.

“El problema con los libros de texto va mucho más allá de los propios libros. Es un modelo que tiene fallas estructurales y de implementación bastante graves. En mi opinión, no hay que quemar los libros, sino utilizarlos a pesar de sus errores, ya que sí tienen información valiosa. Lo que hay que discutir y tal vez replantear es el modelo educativo que está detrás de los libros de texto”. Maximino Aldana, 25 de agosto.

“El tema de discusión no debe de estar centrado en los libros de texto gratuitos si habrá adoctrinamiento o no, si hay que quemarlos o no. Son muchos los temas centrales de análisis, debate y consulta que deben de estar en la opinión pública, por ejemplo: ¿Cuál debe ser el nuevo rol de los maestros bajo un entorno donde la información y el conocimiento están al alcance de los alumnos, los cuales cuentan con computadoras, tabletas y celulares conectados a Internet y ahora con acceso a plataformas de inteligencia artificial? ¿Qué tipo de escuelas tenemos? ¿Qué objetivos y propósitos deben de tener los planes y programas de estudio los cuales deben corresponder a la realidad y necesidades de nuestro tiempo? ¿Qué perfil deben tener los directivos de las escuelas? ¿Qué reformas deben de tener las escuelas formadoras de maestros para que correspondan a la dinámica de un país que aspira a un mejor estado de bienestar para toda la población? Etcétera… etcétera”, escribe Antonio Ponciano Díaz, en la colaboración que hoy publicamos en la página 8.

Por la propia naturaleza del libro de texto -esa institución que nos enaltece como país- su debate no debe concluir, y las opiniones se deben hacer escuchar, solo así reflejarán a la nación de la que son producto; pero en la discusión no deberíamos perder de vista que lo más importante es la educación integral que le otorgamos a los estudiantes y ahí, el hogar y la calle también cuentan.