Los investigadores Juan Manuel Urióstegui Velarde, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Miriam Weston-Flores, de la Fundación Rufford y el investigador independiente Zuri Vera García encontraron un gato manchado en la Reserva Estatal Sierra Monte Negro y tuvieron que escribir un artículo para comunicárselo a la comunidad científica internacional.

El gato es un margay o tigrillo​ (Leopardus wiedii), es un animal nocturno parecido al ocelote, aunque de menor tamaño: según la SEMARNAT, miden entre 51 y 79 centímetros de cabeza y cuerpo, pesan entre 1.3 y 5 kilos y tienen una cola muy larga, que es una de las grandes diferencias con respecto a su pariente el ocelote. Es un animal muy inteligente que, para su desgracia, puede ser domesticado, pues eso ha incrementado su tráfico ilegal.

La importancia del hallazgo es que tan solo es la tercera vez que se logra registrar a este animal en nuestro estado, y que es una especie en peligro de extinción por la pérdida de su ecosistema natural, el comercio ilegal y la caza furtiva. Los investigadores confían en que la evidencia obtenida pueda ser aprovechada para implementar políticas de conservación.

Hacemos votos para que tengan razón y los escuchen, aunque, con el deplorable resultado que los mexicanos hemos tenido con las reservas naturales y con especies en peligro de extinción -como el caso actual de la Vaquita Marina, víctima de actividades furtivas como lo es el hábitat del tigrillo- tenemos razones para estar inquietos.

La aparición de este animalito en los bosques morelenses -que se encuentran en la mayor altitud en los que se han visto- solo es una muestra de un grave desequilibrio de su ecosistema nativo. Vale la pena recordar que cada especie desempeña un papel único en su ecosistema. La pérdida de una puede desequilibrar cadenas alimenticias enteras, alterar la función de todo un ecosistema y afectar a otras especies que dependen del equilibrio natural. La diversidad biológica es esencial para la estabilidad de los ecosistemas y eso aplica para especies vegetales y animales.

Cada especie tiene un valor intrínseco, independientemente de su utilidad para los seres humanos, aunque muchas especies en peligro de extinción proporcionan a estos beneficios directos como alimentos, medicinas y materiales de construcción. La pérdida de estas especies podría afectar nuestra calidad de vida y hasta nuestra seguridad alimentaria.

Muchas personas creen que tenemos una responsabilidad ética hacia otras formas de vida en la Tierra. La extinción causada por actividades humanas plantea cuestiones morales sobre nuestro impacto en el planeta y nuestra obligación de proteger la vida en todas sus formas. Esas mismas personas que, por cierto, no son pocas, creen que todas las formas de vida merecen existir y tienen derecho a hacerlo en sus propios hábitats.

Así es que la aparición del tigrillo en Morelos nos debería advertir que cuidamos a la naturaleza de una manera deplorable y suicida, pero que todavía podemos hacer algo para remediarlo; desde luego, acabar con la tala clandestina, castigar la caza furtiva y el comercio ilegal de especies son temas que ya deberíamos haber superado pero que, al parecer, nos rehusamos a solucionar verdaderamente.