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Tomar precauciones adicionales cuando uno atraviesa una zona de la ciudad, buscar alternativas de solución a los problemas para evitar llegar ante un juez y modificar costumbres y rutinas familiares para evitar salir de casa a ciertas horas, son medidas que todos hemos adoptado dado el clima de inseguridad en el que desarrollamos nuestras vidas.

Ya pocos consideran que son acciones que responden a las anormalidades que hemos hecho parte de nuestra cotidianidad como que algunas calles de nuestro entorno sean controladas por criminales, que no se tenga confianza en los impartidores de justicia y que la inseguridad determine nuestros horarios o la forma en que salimos vestidos a la calle.

Ayer, el titular de la Comisión de Derechos Humanos en Morelos comentó lo anterior de otra manera: “estamos viviendo situaciones de inseguridad en las que poco a poco las actividades a las que estamos habituados todos los días se vayan inhibiendo precisamente por falta de las condiciones de llevar una vida en la que podamos ejercer nuestros derechos y libertades, en este caso de quienes se dedican al transporte público”, explicó.

No nos debemos habituar a la ineficiencia ni a la corrupción, no debemos permitir que se normalice la violencia ni el maltrato a mujeres ni a menores, no podemos hacer parte del paisaje de todos los días la arbitrariedad ni las inhumanidades, como las que han llevado a diez internas del Centro Federal de Reinserción Social Femenil número 16 en Michapa a suicidarse en los últimos cinco meses.

Por eso, al recibir el Premio Estatal de Derechos Humanos “Carlos Celis Salazar” 2023, la activista y psicóloga Ixlol Preciado Bahena subrayó que buscar una vida libre de violencia para las mujeres es una tarea mucho más ardua en Morelos que en otros sitios, es una labor que “se vuelve mucho más complicada en un estado con uno de los mayores índices de violencia contra las mujeres con delitos como feminicidio, violación y violencia intrafamiliar”.

Al recibir su merecido reconocimiento, Preciado Bahena se dijo harta de que en nuestro estado se pueda asesinar mujeres solo porque alguien cree que son de su propiedad, o que todos justifiquemos esas muertes asegurando que las víctimas “se buscaron” su destino “y miles de pretextos estúpidos que justifican misoginia; las asesinan simple y llanamente porque pueden, porque saben que no les va a pasar nada”.

Porque estamos al borde de considerar que el 97 por ciento de impunidad es el resultado normal del trabajo de las instituciones encargadas de perseguir el delito, o que los “investigadores” busquen a toda costa responsabilizar a los testigos de los crímenes que vieron mientras que los jueces dejan libres a los presuntos responsables.

Hay cosas y situaciones a las que no nos debemos acostumbrar como, por ejemplo, que el gobierno del estado decida llevar a cabo “mesas de trabajo” para intentar conocer qué es lo que pasa en Michapa cuando alguien debió hacer algo desde la primera muerte, sobre todo cuando la CNDH, meses atrás, había advertido que en ese centro de detención las condiciones en las que se mantienen a las internas podrían fomentar impulsos suicidas.

El mundo necesita gente que nos recuerde cómo debería ser la vida en armonía y en paz, pero en Morelos nos urgen activistas como Ixlol Preciado Bahena, que mantengan vigente la certeza de que defender los derechos humanos no es una moda ni una manera de buscar notoriedad, sino una forma -que requiere paciencia y gran resistencia a la frustración- de corregir algunos de nuestros peores problemas.