loader image

El primero en reconocer que en Cuernavaca falta mucho por hacer fue el propio alcalde, José Luis Urióstegui, al rendir su segundo informe como presidente municipal. Las escandalosas fallas en materia de seguridad y servicios públicos, parecen acallar los avances innegables que ha tenido el ayuntamiento, sobre todo en materia del orden administrativo y financiero, que ha permitido avanzar en el tratamiento de las muchas deficiencias que la ciudad tenía en el no tan lejano 2021.

La disminución de la deuda pública y bancaria, el aumento en la recaudación de impuestos, la reducción del costo de la nómina, la certidumbre laboral en el municipio, no son tan notorios como las grandes obras públicas que siguen debiendo todos los niveles de gobierno a Cuernavaca, pero han tenido un impacto positivo para la atención paulatina de los problemas más urgentes.

Por supuesto que no es suficiente, pero todo apunta a que se avanza en la solución de los graves problemas de la ciudad, aunque a una velocidad menor de la requerida. Los grandes retos de Urióstegui en la administración municipal siguen presentes, la inseguridad y las fallas en servicios públicos aún son un déficit de su administración; principalmente porque en la administración de las ciudades, a diferencia de otras actividades humanas, es imposible hacer un alto total y redefinir las cosas. Aunque un avance notorio es haber dejado de tomar decisiones sin proyecto.

Urióstegui ha sido un alcalde discreto, mucho menos mediático que sus antecesores. Se trata de una decisión de gobierno, la primera que tomó asociada a su personalidad. A pesar de la legitimidad que ello le brinda, el alcalde queda a merced de un discurso ajeno, el creado por los hechos de violencia y por los defectos de infraestructura que todos los días siguen padeciendo los vecinos de Cuernavaca.

A pesar de ello, sería mezquino no reconocer los avances de la administración del alcalde Urióstegui, especialmente si se comparan con las anteriores. Triplicar la recaudación, destinar el 40% de ella a obras demandadas por las comunidades, rehabilitar los pozos que surten agua al 25% de los habitantes de la ciudad, reducir los pasivos del municipio, no son asuntos menores. Falta mucho por hacer, pero la disciplina financiera ayuda a tener cada vez más recursos para acciones de gobierno.

Derivado de esos claroscuros, la administración de Urióstegui tiene un fuerte respaldo de algunos, y un alto rechazo de otros. El alcalde no debe sentirse derrotado por sus críticos, pero tampoco creerse acríticos elogios. La algarabía de quienes le apoyan no debe distraer al alcalde del trabajo que realiza en la ciudad. El compromiso con la ciudad es primero, prometió el alcalde entre porras para que se reelija. Sólo si lo cumple tendrá el respaldo ciudadano suficiente para repetir en el encargo.

Urióstegui lo sabe, es de Cuernavaca y no puede quedarle a deber como hicieron sus antecesores. La ciudad se lo reclama.