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Hoy publicamos un artículo en el que su autor, Roberto Abe Camil, hace una reseña del bandolerismo en nuestro estado.

Abe Camil nos recuerda las diferentes etapas por las que han pasado estos personajes, desde el romanticismo de El Zarco y sus plateados, hasta los delincuentes de la actualidad, pasando por la etapa revolucionaria, que en Morelos en ocasiones tomó las características de guerrilla.

Parece ser que nuestro territorio ha sido tierra fértil para este tipo de actividades, que a veces se desarrollan bajo un aspecto de gesta social y reivindicativa, esos fueron, digamos, bandoleros con causa; pero las más de las veces obedecen a intereses egoístas y recurren a métodos más bien sanguinarios, así eran los verdaderos “Plateados” de El Zarco de Altamirano.

Pero hay de bandoleros a bandoleros, que en lo único que tienen en común es que actúan fuera de la ley, abierta o soterradamente, en donde funciona mejor el robo a mansalva.

No es que antes los bandoleros fueran mejores, simplemente ya los conocemos por referencias, hoy tenemos que lidiar con otras clases de ellos y ninguna tiene nada de romántico.

Hoy tenemos bandoleros a secas, que también se disfrazan incluso como policías federales para asaltar en la autopista, o se ocultan en la oscuridad del bosque para talar los árboles; que fingen ser taxistas para desaparecer a familias enteras, que secuestran y matan para poder robar con tranquilidad. 

En efecto, hay de bandoleros a bandoleros. Y hoy los más peligrosos ni siquiera necesitan armas para estropearle la vida a los demás, pueden usar sus cargos o su posición para hacerlo. En la actualidad no necesitan de herrajes de plata para hacerse notar, más bien prefieren pasar desapercibidos y se esconden tras los disfraces de funcionarios o jueces a modo. No roban solo dinero, también la credibilidad en las instituciones y la confianza de la ciudadanía.

Lo más paradójico de nuestro tiempo es que algunos bandoleros deberían someter a los otros, por lo que, desde luego, nunca pasa nada.

Éstos son los actuales bandoleros de Morelos de los que tenemos que cuidarnos en la actualidad.

Por eso son preferibles los bandoleros dibujados por plumas del calibre de Payno o Altamirano quienes no se olvidaron de incluirles algo de humanidad, y que, desde las páginas de un libro, no le pueden hacer daño a nadie.

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