El pasado 10 de diciembre se cumplió el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, después de vivir los horrores que trajo la segunda guerra mundial. Dicho documento era la ruta y el ideal para que las naciones del mundo tuvieran como eje de actuación los derechos humanos, y si bien, de aquella fecha a la actual, los países han multiplicado la suscripción de diversos tratados internacionales, los fines y alcances que prevén tanto la Declaración como estos instrumentos, siguen siendo un anhelo para millones de personas en el mundo.

El tema elegido para el 2023 por las Naciones Unidas es el de dignidad, libertad y justicia para todas las personas. La dignidad es lo que nos identifica e iguala como seres humanos, dignidad que es afectada cuando la libertad se ve constreñida de manera injustificada y arbitraria y cuando los aparatos de acceso a la justicia han sido ineficaces como garantía de resarcimiento de las violaciones a derechos humanos.

La situación de los derechos humanos enfrenta enormes retos tanto a nivel internacional como interno en cada país y cuestiona también la eficiencia y eficacia de los organismos internacionales y nacionales de protección de los mismos. A nivel mundial podemos citar como ejemplo, los flagelos de la guerra, como es el caso Rusia-Ucrania y el conflicto bélico entre Israel y el grupo Hamas, en ambos se han cometido violaciones a derechos humanos, infringiendo las normas internacionales al afectar a la población civil, incumpliendo las normas establecidas en el concierto de naciones y, en el caso de este tipo de conflictos, exhibiendo la ineficacia de la estructura vigente de Naciones Unidas.

Es obvio que se requiere una reformulación de este organismo internacional, porque resulta paradójico que los distintos órganos que lo componen exijan a los países integrantes del mismo fortalecer sus democracias, lo cual es correcto, pero cuando, por ejemplo, el propio Consejo de Seguridad de la ONU adolece en su toma de decisiones de procesos realmente democráticos, pues, como sabemos este Consejo está integrado por cinco miembros permanentes: China, Estados Unidos, Francia, Federación de Rusia y el Reino Unido e Irlanda del Norte, además de 10 miembros no permanentes, pero con el solo voto en contra de uno de aquellos (conocido como poder de veto) cualquier proyecto de resolución es frenada, aún con el consenso de la mayoría, con las graves consecuencias que ello puede acarrear, tal y como hemos visto en el conflicto de Israel contra Hamas en donde se vetó una resolución que pedía el cese al fuego. Esa es la democracia al interior de un órgano internacional que tiene como fin principal el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

Por otro lado, al interior de cada país se viven diferentes problemáticas, respecto a la dignidad, la libertad y el acceso a la justicia y, en general, sobre los derechos humanos pues, por citar lo que nos acontece como país, miles de personas y en diferentes rubros millones ven violentados no solamente su derechos civiles y políticos, sino también sus derechos económicos sociales y culturales cuyo ejercicio pleno posibilitarían su desarrollo integral como personas.

A 75 años de la Declaración Universal es doloroso que nuestro país enfrente la desaparición de más de 111 mil 500 personas y, si bien se tiene una Ley General en la materia, con estándares internacionales de protección, ello no ha resuelto que esta práctica siga presentándose, pues hemos dicho que la impunidad y la falta de políticas públicas adecuadas son material fértil para que continúe esta nociva conducta.

Otro tema, que si bien no es privativo de México, es el de la movilidad humana, es decir la migración, en donde más de 350 mil personas han abandonado su hogar de origen, forzadas, ya sea por la violencia y la inseguridad o bien por marginación y carencias económicas y en donde nuevamente se hace evidente que no basta con tener una buena ley, sino ver que se cumpla, pues quien enfrenta esta situación viene de ver conculcados sus derechos humanos al desarraigarse en búsqueda de mejores condiciones de vida, pero enfrentando la vulneración a su dignidad y derechos en su trayecto al país de destino

Por otro lado, como explicarle a 46.8 millones de personas que viven en pobreza multidimensional, y de éstas 9.1 en pobreza extrema, que constitucionalmente tienen reconocido un derecho humano a una nutrición nutritiva, suficiente y de calidad. Estos botones de muestra permiten ver cuan lejano están los derechos humanos para dejar de ser aspiracionales y se traduzcan en un ejercicio pleno para todas y todos.

Reiteramos, los gobiernos, más allá de cualquier ideología, deben tener como eje de actuación generar las condiciones que permitan un ejercicio pleno e integral de los derechos humanos que posibiliten el desarrollo de las personas, y no ejercer el poder por el poder mismo, sino como vía para alcanzar un Estado Democrático y de Bienestar.

* Especialista en Derechos Humanos