

María de Jesús Ordoñez
Luz Paloma Amor, inmenso faro que iluminó mi vida,

mi andar por Cuernavaca, por el CRIM
Me mostró la alegría de una madre
que día a día lucha por ideales trascendentales,
ama y protege a sus hijos a los que apoya incondicionalmente;

cuida amorosamente a su tía Bertha;
a su amiga y madre Margarita,
así como a sus mascotas
Incansable trabajadora social que siente compasión por toda la creación,

le duele el planeta,
sus habitantes,
todos los seres sintientes.
Es bondadosa,

dulce,
pero, sobre todo, extremadamente amorosa
Vive libre,
no se ocupa del que dirán,

despliega sus grandes alas de Paloma
y emprende el vuelo fugaz y deslumbrante
Tan sensible
que percibe el más imperceptible cambio de ánimo,
sabe solidarizarse con el dolor de los otros,
empática,
ríe,
llora,
escucha,
da consejos,
acompaña y protege
Su estampa es grande, pero más grande su corazón,
de paso suave, andar ligero,
parece que baila a cada paso, deja inmensa huella,
su voz resuena, se levanta sin temor ante injusticia o barbarie
Es noble,
es amiga,
es madre,
es hija,
es hermana,
es compañera de luchas,
es maestra,
es alumna,
es Paloma
Sabe escuchar,
consolar,
curar heridas
Sabe cocinar “matando el pollo y sirviendo el caldo”,
con uno o dos ingredientes hace magia,
todo lo prepara con rapidez y sabor delicioso
Devoradora de libros,
nunca perdió la capacidad de asombro, de cuestionar;
su curiosidad le llevo por múltiples y diversos caminos,
lo mismo aprendió chi kung que danzas sufís,
performance o empastado de libros,
bordar,
tejer,
pintar,
decorar,
sembrar,
escribir increíbles historias o profundas cavilaciones,
creaba vida.
Vivía creando,
imaginando,
jugaba como niña,
bailaba,
sabía divertirse y
hacer felices a quienes la rodeaban.
Intrépida,
avezada,
enfrentaba la vida con entereza y valentía,
se crecía ante el rigor de la batalla.
Luz Paloma Amor,
nombre con el que tu misma te bautizaste,
te conocías,
te reconocías,
sabias de tus capacidades y
humilde las desplegabas;
sin alardes,
sin soberbia;
sabia,
conocedora;
curandera,
partera;
alma pura,
sin dobleces;
sigues viva,
vibrante,
vital,
tu energía se expande y
abraza amorosamente
a todos aquellos que tuvimos la fortuna de conocerte.
