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Saldos de la pandemia II

Héctor H. Hernández Bringas*

El pasado 12 de marzo, la Secretaría de Salud del estado, en comunicado de prensa, nos informa que se han registrado 5,396 defunciones atribuibles al COVID 19 desde que inició la pandemia a principios de 2020. Nada más impreciso: tan sólo a junio de 2022, INEGI ha contabilizado 9,281 decesos por esa causa en el estado, sin contar otros decesos asociados a la contingencia sanitaria. ¿por qué siempre tratan de minimizar los efectos de la pandemia?

Pero, además de conocer el total de defunciones, es conveniente revisar algunas de las características de las personas que lamentablemente perdieron la vida por esta enfermedad en Morelos.

Mayoritariamente afectó a hombres: por cada mujer muerta fallecieron 1.8 varones. El riesgo mayor de los varones se ha registrado en diversas latitudes. Ello pude explicarse por diversos factores, entre ellos: una mayor vulnerabilidad natural, la mayor exposición de los varones por el tipo de actividades realizadas durante la pandemia, y desde luego, una menor propensión que las mujeres a realizar prácticas para el cuidado de la salud.

La edad también fue un factor muy importante, aunque en Morelos (en realidad en todo el país), se dio una distribución particular. Si, por ejemplo, en los países de la unión europea casi la totalidad de las muertes por covid correspondían a personas de más de 65 años (más del 90%), en Morelos alcanzó el 55%. Ello implica que también falleció un gran número de personas relativamente jóvenes (el 45% del total), principalmente en edad productiva.

Fuente: Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud: Datos Abiertos https://www.gob.mx/salud/documentos/datos-abiertos

El alto número de muertes de personas jóvenes obedece fundamentalmente a las condiciones sociales en que vive la población que trabaja: la informalidad laboral, la urbanización desordenada y con deficientes o carentes servicios, sistemas de transporte y movilidad caóticos y saturados, así como instituciones de salud débiles. Para gran parte de la fuerza de trabajo, el confinamiento pandémico no fue una realidad, y el trabajo en casa sólo era posible para una minoría.

Lo anterior no implica que los adultos mayores hayan sido menos afectados. Entre los mayores de 65 la letalidad ha sido muy alta: Los que padecieron la enfermedad, tenían una probabilidad de muerte era muy alta: cercana al 30%. En Morelos, como en todo el país, la vejez es altamente vulnerable: las tasas de participación laboral de las personas mayores son muy elevadas. A la vulnerabilidad fisiológica de la vejez, se agrega su vulnerabilidad socioeconómica. Gran parte de nuestros adultos mayores no se benefician del sistema de pensiones contributivas e incluso quienes tienen acceso a una pensión (como la del bienestar de adultos mayores), no alcanzar a satisfacer sus necesidades. La búsqueda de recursos de las personas mayores es un factor que las ha expuesto al riesgo de contraer COVID-19 y morir.

Como puede verse, en el estado, en el país y en otros como el nuestro, los efectos detonados por un virus, el SARS-CoV-2, se potencian enormemente en función de las condiciones sociales en las que subsiste la población.

*Investigador del CRIM de la UNAM en Morelos.

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