loader image

La mirada animal en el arte

(2)

 

Davo Valdés de la Campa

“Los animales forman el grupo más extenso y

completamente explotado en la tierra.

Por tanto, liberar a los animales tendría el mayor impacto

en nuestras vidas de cualquier

movimiento de reforma moral hasta ahora”

Steven Sapontzis

La película húngara White God (2014) del director Kornél Mundruczó plantea un escenario en el cual, a partir de una nueva ley que impone un impuesto a los dueños de razas cruzadas de perros, dando preferencia a las “razas puras”, se desencadena una revuelta canina. En la película seguimos a Hagen, un perro que terminan abandonando en la calle para evitar el pago del tributo. Hagen busca por todos los medios volver con Lili, la niña que lo cuidaba, hasta que su padre lo deja a su suerte. Hagen lucha por sobrevivir y rápidamente se da cuenta de que no todo el mundo es el mejor amigo del perro, así que se une a un grupo de perros errantes con los que impulsa una revolución en contra de los seres humanos. No es la primera vez que se representa una rebelión de animales en contra de la especie humana. En 1945 George Orwell publicó su famosa sátira política Rebelión en la granja en la que un grupo de animales de una granja expulsa a los humanos tiranos y crean un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en otra tiranía brutal. Aunque en realidad se trata de una fábula mordaz y crítica sobre cómo el régimen de Stalin corrompió el ideal del socialismo, Orwell utilizó la figura de los animales para reflexionar sobre las conductas humanas y su representación se encuentra relacionada con hechos históricos del siglo XX. 

Algo similar también se plantea en Un elefante ocupa mucho espacio, un texto infantil de la escritora argentina Elsa Bornemann, que en 1977, por un decreto militar, estuvo prohibido, acusado de contener “cuentos destinados al público infantil con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria para la tarea de captación ideológica del accionar subversivo”. El cuento narra la historia de Víctor, un elefante que decide movilizar a los demás animales del circo a realizar una huelga, en protesta por las condiciones de encierro a las que están sometidos a manos de los humanos. Definitivamente el texto utiliza la metáfora de “pensar en elefante” para desafiar lo establecido. Se trata de un rodeo en el que se utiliza la figura animal para cuestionar la represión y, aunque en el fondo el maltrato animal no es el tema central, sí pone en manifiesto que lugares como los circos y los zoológicos, explotan a los animales de la misma manera que otras instituciones humanas, explotan bajo la lógica del capitalismo. 

La Dra. Irene Fenoglio Limón en un ensayo titulado “Un elefante ocupa mucho espacio: literatura y las políticas del retorno” plantea un giro interesante en el texto, al proponer que los animales, para amplificar su huelga, deciden encerrar a los domadores y al dueño del circo en las jaulas. Dice:

Tras haber llevado a cabo el “disparate” de invertir los términos de la opresión, es decir, de animalizar a los hombres, ponerlos en jaulas y tratar de domarlos, el dueño del circo está dispuesto a escuchar las demandas de los animales, y finalmente accede a enviarlos de vuelta a sus “anchas selvas”. Así, el verdadero peligro que Víctor representa para la clase dominante es el haberse atrevido a pensar a partir de una lógica diferente, lo cual expone lo absurdo y artificial del estado naturalizado de las cosas.

Al plantear de esa manera la experiencia “animalizada” de la explotación, despierta la posibilidad de entender desde una postura mucho más empática (en carne propia) las condiciones en las que obligamos a millones de animales a servirnos de manera instrumental. Fenoglio sugiere que el peligro del texto, siguiendo las ideas de Foucault, es que Víctor:

[..]se atreve a “pensar en elefante”, es decir, a poner en acción una actitud crítica, la cual revela el carácter contingente de la situación. Así (siguiendo con la terminología foucaultiana) se niega a “ser de tal modo gobernado”.

En la próxima entrega me gustaría continuar con la reflexión en torno a las rebeliones animales, así como abordar la revolucionaria y polémica propuesta de Zoopolis de Sue Donaldson, filósofa ligada al departamento de Ética Animal de la Queen’s University de Kingston; y Will Kymlicka, una de las figuras más relevantes en la actualidad en el ámbito de la filosofía política. Me gustaría concluir con un contraste en términos de representación entre Un elefante ocupa mucho espacio y la serie de películas animadas de Madagascar. Fue precisamente a través de un análisis de la Dra. Fenoglio, que vislumbré que, de manera mucho más común de lo que admitimos, se representa a los animales a partir de prejuicios humanos o representando cualidades -o defectos- humanos, pero que también en su propia representación contienen implicaciones políticas mucho más profundas. En Madagascar, por ejemplo, los animales a diferencia de los del cuento argentino, prefieren a toda costa volver a su cautiverio, en el que viven “cómodamente” explotados.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *