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José Antonio Gómez Espinoza

“Aprender a hacer”, es el segundo de los pilares de la educación cuya interpretación y puesta en acción, ya no es tan simple en un mundo que amenaza con sustituir el trabajo humano por la automatización de máquinas con más “productividad” y a un “menor costo”. Bajo la actual lógica acumulativa este pilar de la educación se encuentra vulnerable y en peligro de extinción.

La educación formal, la que se adquiere en las aulas, bajo una lógica utilitaria, prioriza dos de los llamados pilares de la educación: el “aprender a conocer” y “aprender a hacer”.

Por esta razón en las aulas, en paralelo a las horas de teoría, se llevan también horas de laboratorio, trabajo de campo, espacios clínicos o empresariales, bajo el supuesto de que estas son algunas formas de hacer realidad el “aprender a hacer”.

Estos dos pilares de la educación son indisociables y están estrechamente vinculados con la formación profesional. Su propósito es la preparación para el mercado laboral.

Hace unos meses fui con mi hijo a la ciudad de México, pero no llevé carro pues no me gusta manejar en esa urbe tan atestada. Al abordar el Metrobús, primero tuvimos que vérnosla con una máquina la que después de seguir al pie de la letra sus instrucciones, nos dio un pase de abordar. Luego, otra máquina reconoció el pase y nos permitió el ingreso a los andenes.

Más tarde, al pagar unas nieves, el dependiente me dijo que el dinero se lo tenía que dar a una máquina, pues él solo se encargaba de servir la nieve. Desde hace ya unos meses en muchas tiendas de autoservicio, hay un área de cajas inteligentes que no requieren de un empleado para hacer el cobro de los productos que se llevan en el carrito.

Los trabajos que antes hacia un empleado con quien se podían aclarar dudas, platicar y compartir una sonrisa, ahora lo sustituye una máquina que no entiende de emociones, que no responde a tu saludo ni a tu sonrisa.

La UNESCO se hace una reflexión al respecto aseverando que “el saber hacer” ya no es tan objetivo y simple. La ciencia del zapatero, del panadero, del herrero, en la actualidad se encuentran amenazadas, toda vez que la tecnología, los robots, las maquinas, los softwares están rápidamente reemplazando el trabajo humano por el de una máquina.

También los abogados, los pilotos, médicos, contadores, así como otros oficios y profesiones están en riesgo de ser sustituidos por la inteligencia artificial. Michel Osborne y Carl Frey de la Universidad de Oxford, al estudiar 700 trabajos actuales concluyen que, en los próximos 10 a 20 años el 47 por ciento de éstos, estarán sustituidos por máquinas inteligentes.

La lógica mecanicista y de mercado deshumanizadas hoy impactan en una depredación del hombre dada su lógica de acumulación y su insensibilidad humana. Bajo esta lógica, sustituir maquinas por el trabajo humano se justifica argumentando que las máquinas son más “productivas” y además “tienen un bajo costo”.

“Aprender a hacer”, como uno de los cuatro pilares de la educación, bajo la lógica depredadora y acumulativa del pensamiento neoliberal, tiene nuevos retos que asumir.

Las instituciones que solo buscan preparar para el empleo, a través de carreras técnicas, así como algunos tecnológicos y universidades públicas y privadas tendrán que redefinir sus objetivos, planes y programas de estudio, toda vez que las competencias profesionales para las que preparan a sus egresados las realizan mejor y a un menor costo máquinas y softwares.

De esta suerte, la ciencia del zapatero y en general todas aquellas carreras que se soportan el “saber hacer” quedarían obsoletas. Es necesario reflexionar estas nuevas circunstancias laborales dentro de las políticas educativas del país.

La función de la Universidad Pública y en general de las Instituciones de Educación Superior que preparan a nuestros jóvenes para el mercado laboral, tendrán que repensar cómo se darán en los próximos años las relaciones laborales en el contexto de lo que se conoce como Inteligencia Artificial que amenaza con volver obsoletos muchos trabajos que hoy realizan los seres humanos en base a sus habilidades.

En este contexto se tendrán que redefinir planes curriculares, objetivos, contenidos y metodologías, al tiempo que reorientar el sentido del “saber hacer” en las nuevas condiciones históricas.

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