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Treguas y frenos a la IA (Segunda parte)

Antulio Sánchez*

Entre los firmantes del documento en que piden la moratoria encontramos apocalípticos como Nick Bostrom, o varios multimillonarios de derecha del mundo tecnológico como Elon Musk o Peter Thiel, que quieren frenar los entrenamientos de IA con herramientas como GPT-4 o más potentes, porque su atención está puesta en el escenario a largo plazo (preferible la vida en Marte que en la Tierra), pero soslaya el pasado y, sobre todo, ignora los daños reales que resultan del despliegue de sistemas de IA en los tiempos que corren, y que merecerían ser enfrentados desde hace rato y no han abierto la boca para señalarlos, ya que sus mismas empresas los reproducen.

Estos millonarios de la IA no han criticado el papel de los algoritmos en la explotación laboral, por los salarios mal remunerados que genera la deslocalización laboral, la manera en que tratan varios de ellos a sus empleados, el trato y maltrato que sufren las minorías en las redes sociales, etcétera. No lo hacen porque en última instancia se benefician de ese sistema, y no tienen interés en desmantelarlo. Por eso como dicen las investigadoras «En lugar de adaptarnos a una sociedad dominada por las máquinas, deberíamos construir máquinas que funcionen para todos […] La actual carrera hacia la IA no es una fatalidad en la que nuestra única opción sea correr más rápido o más despacio. Es una suma de decisiones en la que podemos elegir cuál es nuestro verdadero objetivo».

Esta discusión tiene que ver con el momento que vive la IA. Carlota Pérez (Las revoluciones científicas) dice que la «época de oro» de una tecnología se da cuando una revolución tecnológica se propaga en la sociedad, es un momento de frenesí en donde su crecimiento y uso está a la orden del día. El auge se da cuando muchas personas se percatan de que la nueva tecnología conlleva cambios estructurales en la producción, distribución, comunicación y consumo, en la cultura y prácticas humanas que tiene un efecto profundo en la sociedad. Es decir, cuando esa tecnología se instala en el imaginario colectivo, no solo mucha gente se percata de su existencia, sino que también opina apasionadamente sobre sus implicaciones y derivas. Eso es precisamente lo que ha hecho Chat GPT con la IA, una tecnología surgida en 1956 cuando John McCarthy acuñó el término.

Mucho de lo que hoy se dice de la IA que toma como modelo a Chat GPT-3, no es nada nuevo. Los lamentos y diatribas en contra de la IA vienen de lejos, hoy sólo asistimos a su actualización. Si echamos una mirada al pasado veremos que los imaginarios tecnológicos, para rememorar a Patrice Flichy y su Internet imaginario, desde el surgimiento de la computadora, la llegada de internet, la aparición de la Web y el social media, está lleno de esas consideraciones. Recordemos que en su momento se cuestionó a Internet y hoy ya cerca del 65% de la población mundial explora y vaga diariamente por el ciberespacio, en donde siempre se topa con la mentada IA, aunque fuera con Chat GPT que les cayera el veinte de su existencia.

Para regresar a la carta de Timnit Gebru y demás investigadoras, de lo que se trata es de no terminar magnificando las competencias de las IA actuales, dotándolas de capacidad de agencia cuando hasta ahora carecen de eso, pero tampoco se trata de querer impulsar normatividades que pueden dar paso a una regulación que sea una camisa de fuerza, o esté mal diseñada y que puede obstaculizar el acceso a la tecnología y limitar la capacidad de inversión pública y privada en investigación y desarrollo en ese campo. Una mala legislación desaceleraría el progreso de la IA y limitaría su capacidad para abordar algunos de los desafíos más apremiantes de la sociedad, como el cambio climático, la cuestión educativa, la salud o la misma desigualdad. Es claro que es necesaria una regulación, pero una en donde también se imponga la transparencia a los desarrolladores de tales herramientas, que las empresas y desarrolladores de IA sean responsables de los productos que crean.

* Periodista especializado en nuevas tecnologías, @tulios41.

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