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Sobrepeso y obesidad sin estigmas

Eduardo C. Lazcano Ponce*

El Día Mundial de la Obesidad fue establecido el 4 de marzo para hacer un llamado a la acción desde la perspectiva científica y de la sociedad civil, en el sentido de dar una respuesta efectiva de prevención ante los crecientes niveles de obesidad infantil y adulta. Asimismo, se pretende reducir el estigma que enfrentan las personas con ese padecimiento y mejorar las políticas públicas que han sido implementadas para disminuir la frecuencia de la obesidad en el ámbito global.

En este 2023, la celebración está orientada a fomentar conversaciones relevantes acerca de la obesidad y el sobrepeso, así como a rescatar historias reales de casos, de tal forma que ciudadanos y autoridades competentes logren reconocer las complejidades que involucran esos padecimientos y tomen medidas efectivas. La premisa sobre la que descansa esta propuesta fortalece la idea de que, cuando todos nosotros como sociedad hablamos, debatimos y compartimos experiencias, es posible cambiar las normas y mejorar los resultados que conciernen a la salud.

La obesidad es una enfermedad que afecta a cerca de 800 millones de personas en el mundo, y particularmente en México constituye ya una epidemia: de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, 74% de la población adulta presenta sobrepeso u obesidad, lo que se traduce en 50 millones de mexicanos. La alianza de la sociedad civil con instituciones académicas y gubernamentales deberá, entonces, avanzar sobre diversas acciones para fortalecer la promoción de la salud y con medidas libres de la interferencia que la industria comercializadora de productos nocivos pudiera causar.

Las personas con obesidad son constantemente estigmatizadas, avergonzadas y culpadas porque muchos, incluidos médicos, formuladores de políticas y otros, no entienden completamente las causas fundamentales de ese padecimiento. La obesidad responde a una mezcla compleja de factores dietéticos, de estilo de vida, genéticos, psicológicos, socioculturales, económicos y ambientales. Es hora de romper el ciclo de estigma, vergüenza y culpa, así como de reevaluar nuestro enfoque para abordar este complicado problema de salud pública de dimensión global.

En México, la epidemia de obesidad debe de ser tratada con base en evidencia científica pero, para lograrlo, necesitamos actuar. Sin embargo, las acciones aisladas no son suficientes para enfrentarla; es preciso diseñar un paquete integral de políticas públicas para mejorar la salud de la población, intervenir decididamente y concientizar a la sociedad sobre este enorme problema de salud.

Cabe señalar que existen múltiples antecedentes de políticas públicas orientadas a reducir la obesidad, como el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria, la Jarra del Buen Beber, los lineamientos escolares para eliminar comida chatarra, los impuestos al refresco, la regulación de la publicidad, el etiquetado frontal y la modificación de la Ley General de Salud para eliminar las grasas trans del sistema alimentario. Así, es fundamental que la prevención y el control de la obesidad se base en la perspectiva de los determinantes sociales de la salud.

*Especialista en salud pública.

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