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¿Qué significa la declaración sobre el finde la emergencia por COVID-19?

Celia Alpuche Aranda, Tonatiuh Barrientos Gutiérrez, Eduardo C. Lazcano Ponce*

Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las autoridades de salud de México declararon el fin de la emergencia sanitaria porCOVID-19. A continuación hablaremos sobre lo que ello significa, no sin antes hacer un breve recuento de lo sucedido desde los orígenes de la pandemia.

El 31 de diciembre de 2019, las autoridades de salud de China notificaron a la OMS y al mundo un brote de neumonía de origen desconocido. Entre el 9 y el12 de enero de 2020 se hizo pública la identificaciónde un nuevo virus ‒como la causa de ese brote‒,ahora conocido como SARS-CoV-2, y a la enfermedad subyacente se le asignó el nombre deCOVID-19. El 30 de enero del mismo año, la OMS declaró que la presencia de COVID-19 era ya una emergencia de salud pública, lo que de manera formal dio la pauta para que el mundo comenzara a prepararse ante esa potencial crisis. La COVID-19 continuó diseminándose, y en febrero de 2020 ya se reportaban casos de transmisión local continua fuera de China, lo cual fue creciendo exponencialmente. El 11 de marzo siguiente, la OMS declaró la COVID-19 como desencadenante de la tercera pandemia por una enfermedad infecciosa emergente en el siglo XXI.

En México, el primer caso de COVID-19 se notificóel 27 de febrero de 2020, a partir de lo cual dio iniciola primera fase de la emergencia sanitaria en nuestro territorio. Al 18 de marzo ya se habíanreportado la primera transmisión local, más de ciencasos y la primera defunción. El 24 de marzo se decretó la fase 2 de la emergencia sanitaria, y dos días después la Secretaría de Salud estableció acciones de contención de carácter poblacional,mediante la suspensión de todas las actividades no esenciales y el mensaje sobre la importancia de quedarse en casa. El 30 de marzo de 2020 se decretó la emergencia nacional de salud pública.

La COVID-19 colocó al mundo frente a grandes retos y a la disrupción de los sistemas de salud, más allá de los diversos grados de preparación o suficiencia que cada país tenía para encarar la emergencia. Ningún sistema de salud fue suficiente para atender a los miles de personas afectadas por día, en particular los casos graves, que, por desgracia, derivaron en millones de muertes. El impacto de la COVID-19 no se ha limitado al ámbito de la salud, ya que ha perjudicado también al sector económico, educativo y social. La transmisión de COVID-19 continúa presentándose en el planeta, al igual que las hospitalizaciones y defunciones asociadas, pero a un ritmo mucho menor, lo que ha permitido la recuperación paulatina de la vida cotidiana. Esto último ha sido posible, en gran parte,por el desarrollo y la aplicación de las vacunas, y porlos esfuerzos de los gobiernos para obtenerlas y distribuirlas de forma rápida y equitativa.

En su reunión del 4 de mayo pasado, el Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional de la OMS consideró que el comportamiento actual de la pandemia permitía ya disminuir el nivel de alerta y declarar el fin de la emergencia por COVID-19. Sin embargo, esto no implica que la transmisión de esa enfermedad haya terminado; ni siquiera ha dejado de ser una amenaza global. La declaración es en realidad una recomendación para que los diferentes países ajusten su respuesta ante ese padecimiento infeccioso utilizando todo lo aprendido desde que inició la pandemia y para que sigan enfrentándolo de manera rutinaria. La declaración también implica que algunos de los mecanismos administrativos empleados para encarar la pandemia se darán por concluidos. 

Es esperable que tras la declaración se realicen ajustes importantes en el manejo de la COVID-19. Todos los sistemas deberán reorganizarse para funcionar a largo plazo y no como respuesta a una emergencia. La declaración no decreta el fin de laCOVID-19: la enfermedad seguirá ahí, y tendremos que continuar cuidándonos. Tendremos que seguir atentos y aplicando las medidas de prevención que adoptamos durante la pandemia: ventilación, uso de cubrebocas en espacios cerrados y concurridos, y lavado de manos, entre otras. En el ámbito social, debemos seguir impulsando el fortalecimiento del Sistema Nacional de Salud y, en particular, de nuestra capacidad de responder a las pandemias. Es un hecho que este tipo de amenazas continuarán estando presentes, por lo que necesitamos estar cada vez mejor preparados para enfrentarlas. 

En cuanto a la práctica de la salud pública, la pandemia por Covid-19 reveló la necesidad de incorporar paradigmas alternativos a visiones tradicionales como la de “salud internacional”, un modelo que fracasó en la articulación de los organismos multilaterales y de la salud mundial. Ellose debió, entre otras causas, a la enorme dependencia que guardan los gobiernos de ingresos medios y bajos en relación con la capacidad tecnológica de los países de ingresos altos, así como a la falta de un organismo rector fuerte que asegure la distribución equitativa de recursos. Las instituciones de investigación y de educación superior debemos participar activamente en el desarrollo de nuevos paradigmas que reduzcan la probabilidad de una nueva pandemia. Por ejemplo, la salud planetaria ofrece un nuevo marco de pensamiento y acción que considera la interacción de los sistemas naturales, sociales y económicos, y que podría proporcionar múltiples oportunidades para prevenir la aparición de nuevos patógenos a partir de la protección integral de nuestro planeta.

*Especialistas en salud pública.

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