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Maximino Aldana*


Encuestas realizadas por el Barómetro de las Américas muestran que una idea ampliamente arraigada en la sociedad mexicana es que la gran mayoría de los policías son corruptos. Sin embargo, medir acertadamente el nivel de corrupción es muy difícil, ya que ninguna institución está dispuesta a compartir abiertamente datos de actos de corrupción dentro de sus filas. Por el contrario, dicha corrupción se esconde con el máximo cuidado. Transparencia Internacional es una organización independiente (la más importante a nivel mundial) que trata de estimar la percepción que tiene la gente de la corrupción en su país, particularmente en instituciones políticas, policiacas y de procuración de justicia. La percepción de la corrupción no necesariamente refleja su nivel real. Todo mundo tiene una opinión (incluso un porcentaje exacto) del nivel de corrupción que existe en partidos políticos, cuerpos policiacos, Ejército, Marina, en las universidades públicas, etc. Esta opinión está basada en nada, ya que no hay datos verídicos de actos de corrupción dentro de ninguna institución. ¿Cuándo hemos visto declaraciones públicas de alguna institución diciendo que durante este año se descubrieron “X” actos de corrupción, de los cuales “XX” fueron sancionados? La corrupción se esconde sistemáticamente y por lo tanto es muy difícil de medir.
Los datos recabados por el Barómetro de las Américas muestran que la percepción de la corrupción en México respecto a los cuerpos policiacos está muy exagerada. En una encuesta la mayoría de las personas piensa que más del 95% de los policías son corruptos, mientras que otra encuesta muestra que sólo el 18% de las personas que han tenido contacto directo con policías han sido víctimas de corrupción. La precepción desproporcionada de corrupción (aumentada en gran medida por medios de comunicación, redes sociales y por el fenómeno de “disonancia cognitiva”) tiene consecuencias graves.
Primero. Acusar a los policías de ser corruptos disminuye drásticamente la legitimidad que tienen para hacer valer la ley. Todos hemos visto noticias y videos en donde ciudadanos comunes y corrientes no respetan a los policías o a las fuerzas del orden, incluso cuando los infractores son capturados in flagrante delicto (con las manos en la masa).
Segundo. Teorías criminológicas han mostrado que etiquetar a alguien de corrupto hace que dicha persona sea más propensa a comportarse de manera corrupta. ¿Qué motivación tendría un policía honesto para defendernos y hacer valer la ley si constantemente lo insultamos y etiquetamos de corrupto?
Los policías y miembros de las fuerzas del orden no vienen de galaxias lejanas ni salen de debajo de las piedras por generación espontánea, sino que surgen de nuestra sociedad. La corrupción, pequeña o grande que pueda existir en los cuerpos policiales, es un reflejo de la corrupción de la sociedad entera. No nos demos golpes de pecho criminalizando a los policías sin tener razón. Modelos matemáticos muestran que una sociedad que no respeta a sus policías está condenada a vivir bajo el yugo de los criminales. Existen muchos policías honestos que diariamente arriesgan sus vidas para que los ciudadanos vivamos mejor. Gracias a ellos podemos siquiera salir a la calle sin que nos secuestren o asalten cada día. A estos policías les debemos gran respeto y reconocimiento.
*Investigador de Ciencias Físicas de la UNAM en Morelos.

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