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Busco Amante

 

Tengo un amante nuevo y quiero más. Sin duda, la rutina de la vida puede atraparnos fácilmente, dejándonos sin motivaciones ni pasiones que nos hagan sentir realmente vivos. Recientemente, me encontré en ese punto. Mi familia y yo nos mudamos a vivir a un lugar rural en la costa Noreste de Estados Unidos, donde el tiempo parece detenerse entre paisajes de una belleza indescriptible y unos inviernos implacables que invitan a saltar por la ventana más alta o a colgarte de una lampara cuando la luz solar es inexistente por semanas.

En medio de mi depresión invernal, recordé las palabras de Jorge Bucay, un médico, escritor y terapeuta argentino, quien compartió hace algunos años una revelación sorprendente que sin duda cambió mi perspectiva de la vida. Bucay relataba cómo algunos de sus pacientes, en su mayoría mujeres, llegaban a su consulta con síntomas de depresión, ansiedad, tristeza y una sensación de vacío en sus vidas. La mayoría, como yo en algún momento, buscaban soluciones rápidas, llegaban a su consulta con la esperanza de que el médico les recetara antidepresivos directamente en vena para frenar el colapso emocional. Sin embargo, Bucay tenía una perspectiva única y recetaba algo inesperado, les decía a sus pacientes que no necesitaban medicación, sino más bien, que lo que realmente necesitaban era buscarse un amante.

Cuando escuché esto, fue como un momento de revelación, un “aha moment”, que resonó profundamente en mí, y desde entonces lo he puesto en práctica en mi vida.

No tengo uno, sino varios amantes que no cambiaría por nada: son viejos conocidos, pero de vez en cuando viene bien darle un poco de novedad a la vida y buscar un amante nuevo. Así que, aunque estoy felizmente casada, este invierno decidí tomar las riendas de mis pasiones más profundas, raras y excéntricas y comencé a buscar ese amante nuevo tal como Bucay recomendaba.

Pero aclaremos algo, las relaciones abiertas no son para todos, al menos no para mí ni para mi pareja. Así que no estoy hablando de buscar una aventura amorosa. En realidad, lo que Jorge Bucay quería decir con “buscar un amante” era encontrar algo que te apasione tanto que te haga perder la noción del tiempo, que te obsesione, que quite el sueño por las noches, que te haga despertar cada día con una sonrisa y te dé un propósito nuevo en la vida.

Quizás para ti, un buen amante tiene que ser de carne y hueso, un “sugar” o un “yogurín” cargado de colágeno puro, pero para mí, mis amantes, esos que nunca me fallan cuando la depresión asoma las narices, son mis libros, mi cuenta en Instagram y, sin duda, la escritura.

Desde hace mes y medio, mi amante más reciente es el pan hecho con masa madre. Sí, ese pan hecho solo con harina y agua, donde la magia de la fermentación lenta crea un pan sublime que alimenta alma, barriga y corazón.

Aprendí que hacer tu propia masa madre es como mantener una relación de pareja: requiere amor, cuidado y dedicación en las proporciones exactas. Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre. Al principio, fue un desafío abrumador que demandaba paciencia, algo con lo que no nací, porque siempre tengo prisa. Desde el principio, supe que tenía que esperar por lo menos dos semanas para poder hacer mi primer pan. Pero debo admitir que cuidar de mi masa madre se ha convertido en un verdadero reto en las últimas semanas. Hay que asegurarse de que esté siempre a la temperatura adecuada, “alimentarla” en el momento justo para que las bacterias responsables de la fermentación no se mueran de hambre y proporcionarle el ambiente perfecto para su crecimiento y desarrollo. Sin duda, ha habido momentos difíciles en esta relación. Como aquel día fatídico que olvidamos poner madera en la chimenea y la temperatura bajó tanto que amaneció completamente “desinflada”. En ese instante, después de muchos esfuerzos, contemplé la idea de renunciar. Pensé en sentarme y decirle a mi “masa-amante”: ‘No eres tú, soy yo’, voy a regresar con mi pan seco y con levadura química del supermercado. Pero no pude. Porque de momento esta “relación” mantiene mi mente ocupada y mi pasión por descubrir cosas nuevas absolutamente viva.

No sé cuánto tiempo más nos dure “el romance”, pero de momento estoy disfrutando al máximo. La vida es demasiado corta para no vivirla explorando pasiones nuevas, la muerte llegará tarde o temprano y espero que cuando llegue, me encuentre más viva que nunca disfrutando con mi amante de turno.