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Vicente Arredondo Ramírez *

En el marco de la revolución ilustrada surgida en Occidente en el siglo XVII, el filósofo inglés John Locke y el filósofo francés Charles Louis de Secondat, conocido como Montesquieu, plantearon la idea de la creación y separación de poderes, en la forma de organizar los gobiernos europeos. Se requería transitar del viejo modelo de poder discrecional y omnímodo ejercido por los monarcas y los jerarcas, a un modelo de carácter preventivo que equilibrara las funciones centrales de gobierno en una sociedad moderna, y además que diera paso a la participación de los ciudadanos.

De manera sintética, la propuesta era distinguir e independizar las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales. Esto es, en orden de prelación, por cierto, no bien entendido, el Poder Legislativo acuerda las reglas de convivencia social, el Poder Ejecutivo se asegura de instrumentarlas, y el Poder Judicial resuelve los conflictos que se presentan en la vida concreta. 

Este esquema de gobierno se ha generalizado en los últimos dos siglos, y se ha señalado como la expresión auténtica que define a un país democrático. 

En este marco, y en el contexto de México, formulemos algunas preguntas básicas de cultura cívica: ¿cuáles son las tres funciones y atribuciones principales que el Poder Ejecutivo Federal, y sólo él, tiene para cumplir su función?  Las mismas preguntas respecto al Poder Legislativo y para el Poder Judicial. Añadamos otra pregunta: ¿qué diferencias centrales hay en materia de funciones y atribuciones, entre las asignadas a los tres poderes federales y las asignadas a los tres poderes estatales? Aseguro que la inmensa mayoría de los mexicanos no podemos responder correctamente estas preguntas, empezando desde luego por mí, e incluyendo a quienes trabajan como servidores públicos en alguna de esas instancias gubernamentales.

El actual conflicto entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo del Estado de Morelos, en relación a la conformación del presupuesto de egresos para el año fiscal 2023, es un buen ejemplo de la disfuncionalidad de la separación de Poderes. 

Sin tener claridad sobre este marco normativo, habitantes de Morelos, no sé cuántos de los dos millones de ellos, nos enteramos de que el Gobernador envió una propuesta de la cantidad de dinero que requiere el año entrante para cumplir su función, así como la forma de distribuirlo. El Congreso revisó la propuesta e hizo cambios a lo solicitado, atendiendo a otras prioridades, y aprobó el presupuesto 2023 en esos términos, con el desacuerdo del Gobernador. El resultado es que el Gobernador llevará a juicio esta actuación del Congreso.

Muchos dirán que esta situación debe verse como algo natural, en el marco de la separación de poderes, y que es un claro ejemplo de que en la gestión gubernamental debe haber pesos y contrapesos, para con ello evitar la prevalencia de un solo Poder. En el hecho que nos ocupa, en el mejor de los casos, es la expresión de lo no coincidencia de visiones y prioridades, y en el peor, sólo es un reflejo de fobias e intereses personales y de camarilla, aunque en la formalidad se pueda calificar como un conflicto entre dos Poderes del Estado.

Frente a esto, habría que preguntarse varias cosas para mejor entender la práctica de la democracia, ya que las leyes y las instituciones de gobierno deben trabajar solo para el bienestar de la colectividad: ¿quién debe fijar las prioridades, sentido y monto del gasto de la hacienda pública? La respuesta se da en la afirmación de que “el Poder Ejecutivo propone, y el Poder Legislativo dispone”. Si ese es el núcleo de la cuestión, entonces en economía de procedimientos los ciudadanos habríamos de elegir sólo a los integrantes del Poder Legislativo, otorgándoles la función y atribución de que ellos a su vez elijan a los que mejor habrán de ejecutar lo que ellos decidan en materia de leyes y de políticas públicas. 

Así visto, ¿para qué entonces la existencia de tres Poderes y el desgastante y oneroso proceso de elección directa a los que habrán de desempeñar las funciones en dos de ellos? ¿Qué sentido tiene elegir a los titulares del Poder Ejecutivo, propuesto por un partido político, y por otra parte, elegir a representantes populares de otro partido, para desempeñarse en el Poder Legislativo? ¿Pesos y contrapesos? ¿qué es realmente lo que elegimos cuando votamos? ¿qué esperamos que resulte de ello?

Mucho habrá que reflexionar sobre esto en los próximos meses, por lo pronto los habitantes de Morelos seremos sólo espectadores de un conflicto entre personas y entre diferentes intereses grupales, sin que realmente importe lo que es mejor para toda la ciudadanía. Extraña forma de vivir eso que llaman democracia. 

*Especialista en temas de construcción de ciudadanía.

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