¿QUIÉN NOS REPRESENTA EN LA POLÍTICA?
Vicente Arredondo Ramírez *
Conocemos de sobra la frase: “la política es algo tan importante que no puede dejarse en manos de los políticos”. Suscribir esta afirmación refleja alguna de dos cosas: reconocimiento de que el poder trastorna a la gente, y, por tanto, siempre hay que estar vigilando el quehacer de los políticos, o bien, que aceptamos que la sociedad y la política, casi por axioma, caminan en rutas paralelas. Estamos, desde luego, hablando de lo que conocemos como democracia representativa, que es la modalidad de democracia másaceptada, promovida y defendida por los sistemas políticos de la modernidad.
El filósofo y pedagogo ginebrino Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) escribió un libro que marcó la práctica de la democracia representativa en Occidente: el Contrato social (1762). En ese escrito señala la necesidad de hacer un contrato social, una vez que los seres humanos hemos dejado de vivir en “el estado de naturaleza”, y nuestra prístinabondad ha sido ya trastocada por la sociedad. Para atender esa vulnerabilidad, nos propone construir lo que llama la “voluntad general”, lo cual no es otra cosa que buscar que, por el bien de todos, sumemos y pongamos al servicio de la colectividad nuestra voluntad particular. El pueblo es la máxima autoridad en la sociedad, es el soberano, y la forma de gobierno republicana es la que mejor lo hace posible. Ese pueblo es quien define las leyes que determinan la convivencia y a las que todos deben obedecer. Las leyes para que sean válidas deben deliberarse, ratificarse y atender al sentido de la justicia, para hacer realidad el contrato social.
Esta visión de democracia participativa se considera en la actualidad como una buena idea, pero resulta poco práctica instrumentarla en países con mucha población y por lo complejo de la vida moderna. Desde luego se deja abierta la posibilidad de recurrir eventualmente a uno de los mecanismos de democracia directa, como el plebiscito, el referéndum, la consulta, o la iniciativa popular, pero en realidad se prefiere el modelo conocido de elegirrepresentantes populares, vía los partidos políticos.
Pero ¿realmente funciona la intermediación y la representación política en México? La pregunta, por cierto, vale para cualquier país que practica esa modalidad de acceso al gobierno. A ti que estás leyendo este texto, ¿té queda claro quién te representa en el municipio y en el Estado en el que vives, y en el congreso federal? Esta pregunta, va desde saber si conoces el nombre de la personay a qué partido político pertenece, hasta saber si te consultó el sentido del voto que emitió para la aprobación o rechazo de alguna nueva ley que tiene implicaciones en tu vida cotidiana.
La verdad de las cosas es que la “democracia representativa” es poco menos que una quimera en nuestro país. Sin duda hablaremos mucho de eso, en este espacio, en los próximos meses. De entrada, hay que aceptar que el sentido y motivo del voto está lleno de ambigüedades: ¿votas por una persona y sus promesas de campaña?, ¿votas por la plataforma de principios de un partido político, sin importarte el candidato?¿votas contra los demás contendientes de un candidato, osimplemente por “el menos malo”? ¿votas por alguien, como resultado de análisis y razonamientos, o bien, por reacción y enojo?
Para añadir otro elemento a la confusión, cuando alguien sale electo dice que gobernará para todos, asumiendo que atenderá las necesidades e intereses de todos, haya votado por él o ella, o no. Si ese es el caso, entonces para qué tanto gasto de tiempo y de dinero en campañas, debates, publicidad, materiales y logística. Encontremos mejor una fórmula más sencilla y económica de intermediación política.
La pregunta de nuevo es saber si tenemos claridad sobre quién nos representa en la política, y en qué materias, con qué alcance, y bajo qué condiciones. Si no tenemos una respuesta a esto, confirmamos que los procesos electorales, y nuestra participación en ellos, son un espectáculo vacío, y que se realiza con otros fines que no tienen que ver con eso que llamamos democracia.
Dejar la política en manos de los políticos, sean estos improvisados o “experimentados” es sin duda un suicidio colectivo, formal y jurídicamente avalado. ¿qué hacer entonces? Una respuesta ya conocida es la de exigirles la rendición de cuentas y la transparencia. Hay leyes e instituciones que apoyan el cumplimiento de esas obligaciones de quienes gobiernan, pero sin duda han sidomedidas insuficientes o ineficientes para estos efectos, además de que están dirigidas primordialmente al poder ejecutivo, mientras que el poder legislativo, y, sobre todo, el opaco poder judicial, incluida la fiscalía autónoma, caminan por su lado.
Hay que reflexionar a fondo sobre la práctica de la intermediación y de la representación, y de cómo hacer que la política y la sociedad, sean una sola cosa, como lo enuncióel citado Juan Jacobo Rousseau. Son tiempos de ruptura de paradigmas. Estamos en la segunda década del siglo 21, intentado resolver problemas crónicos de convivencia social, con herramientas institucionales y normativas disfuncionales.
*Especialista en temas de construcción de ciudadanía