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REFRESCANDO LA MEMORIA

Vicente Arredondo Ramírez *

La Jornada Morelos

23 de mayo del 2023

El gran problema de nuestros días, en materia de entendimiento de lo que está pasando en la realidad es creer que lo único que merece conocerse es lo sucedido en las últimas 24 horas. No se toma en cuenta que el acontecer social es un flujo continuo y que lo que sucede en el presente es resultado de múltiples eventos pasados. En este sentido, los medios de información/comunicación social son el peor enemigo de la memoria, porque su dios es “la actualidad”. 

Analizar situaciones y hechos del presente, sin conocer su génesis histórica, es un vano intento, es perder el tiempo. Habría que tener claro quién se beneficia de que las sociedades no conozcan la historia de las cosas. La ignorancia y la desmemoria, junto con el miedo, son las mejores armas de quienes ejercen el poder real en los países. Los poderes fácticos odian la historia.

Digo lo anterior, porque en la discursiva actual muchas cosas se presentan y califican como novedosas, cuando ya fueron planteadas e instrumentadas en el pasado. Tal es el caso del tema de cómo se promueve el desarrollo y se construye el bienestar de un país.

Refrescando la memoria, en los inicios de la década de los años sesenta del siglo pasado, en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los países industrializados decidieron impulsar lo que se denominó “La primera década de desarrollo de Naciones Unidas”, con el propósito  de promover el crecimiento económico de los países calificados entonces como del tercer mundo. En esos días, se clasificaba como “primer mundo” a los países capitalistas industrializados, como “segundo mundo” a los países comunistas o de economía centralmente planificada, y los del “tercer mundo, caracterizados por su “atraso y subdesarrollo económico”.

Para estos efectos, se acordó que los países industrializados transfirieran a los países del tercer mundo el equivalente del uno por ciento de su PIB, y se definió que los indicadores del desarrollo económico de un país eran el incremento del Producto Interno Bruto (PIB) y del ingreso “per capita”. Seestimó que un país del tercer mundo, cuya economía creciera de manera sostenida al cinco por ciento anual, lograría el “despegue” o el “take off”, hacia el “primer mundo”. Lo anterior se sustentaba en la teoría de las “etapas del desarrollo” de W.W Rostow, también conocida como el “el manifiesto no comunista”, y la presunción de que el apoyo ala generación de la riqueza en los estratos superiores produce de manera automática una derrama económica hacia abajo de la pirámide social. Esta teoría es conocida como la “teoría del goteo” o la “trickle down theory”.

Al final de esa década, se hizo una evaluación del compromiso internacional, y se encontró, primero, que no todos los países cumplieron el indicador comprometido de transferencia e inversión, y segundo, que los países subdesarrollados que pudieron crecer al cinco por ciento deseable, curiosamente, incrementaron también la ya existente desigualdad social entre sus habitantes.

Ante este hecho, se amplió la definición del concepto de“desarrollo”, y se aceptó que el solo crecimiento económico no es suficiente para logar el bienestar de las sociedades, por lo que era necesario promover al mismo tiempo el desarrollo económico y el desarrollo social. Para este efecto, se definieron indicadores de crecimiento social, en materia de salud, educación, alimentación, vivienda, etc. Ese ajuste de visión, dio pie a que la ONU decretara el arranque de la Segunda Década de Desarrollo de las Naciones Unidas”, al inicio de los años setenta del siglo pasado.

Pero apenas iniciada esa década, la economía mundial se convulsionó por la guerra árabe/israelí, y el embargo del petróleo árabe y su posterior incremento de precio. Este hecho desató cambios en las relaciones económicas internacionales, cuyos principales efectos han sido, en secuencia histórica, el problema de la deuda internacional, el fortalecimiento de los Estados Unidos como país hegemónico de Occidente, la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y con ella de la geopolítica bipolar, el impulso al neoliberalismo privatizador y financierista, el surgimiento de la República Popular de China como potencia mundial, la parálisis internacional por la pandemia COVID, la guerra Ucrania /Rusia provocada por el mundo anglosajón, la vergonzosa sumisión de la Unión Europea a las exigencias de los decadentes Estados Unidos de América, y el surgimiento de un modelo multipolar de organización internacional.

En sólo seis décadas, nuestro mundo ha vivido grandes transformaciones económicas, políticas y sociales, cuyos saldos negativos son más claros que los positivos, lo cual obliga a pensar en la necesidad de reformular el modelo deseable de desarrollo de la especie humana, y junto con ello, el modelo deseable de ejercicio del poder para hacerlo posible. 

En este diseño y construcción del futuro, el factor clave debe ser la participación ciudadana, y resolver, de una vez por todas, la absurda coexistencia actual de las debilitadas formulas e instituciones del poder formal, y las poderosas fórmulas de los poderes fácticos mundiales.

*Especialista en temas de construcción de ciudadanía.

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