Sobre la Eterna Primavera II
Alfonso Valenzuela Aguilera
Existe una discusión histórica sobre si Alexander von Humboldt describió a Cuernavaca cono la ciudad de la eterna primavera o más bien, utilizó esa expresión para describir la tierra templada del Valle de Cuauhnáhuac. Lo cierto es que el clima local lo cautivó al igual que a muchos visitantes ilustres que llegaron esa ciudad y para quienes la abundancia de espacios públicos les pareció ser el distintivo del lugar, lo que permitiríareclamar ese distintivo como propio frente a varias ciudades latinoamericanas que lo reclamaban.
La naturaleza y el clima son dos recursos que a veces se dan por descontados y, sin embargo, requieren ser considerados dentro de las estrategias de sustentabilidad de los distintos órdenes de gobierno. A este respecto vale la pena recordar el trabajo monumental del ingeniero Miguel Ángel de Quevedo Zubieta, quien a lo largo de su vida aportó incontables estrategias y soluciones para la reforestación de bosques y de las principales ciudades en México. Quevedo contó con el reconocimiento nacional como experto en materia ambiental mientras que recibía invitaciones de parte del entonces presidente Roosevelt para asistir como invitado de honor en las conferencias binacionales sobre conservación ambiental. Es así que además de presidir la Sociedad Forestal Mexicana, Quevedo fue encargado de las cuestiones medioambientales durante la administración del presidente Lázaro Cárdenas.
Es durante dicho periodo que el primer ambientalista desarrolla vínculos con los gobernadores de Morelos, siendo instrumental para mantener y mejorar los parques y jardines en la entidad. En particular, Quevedo propone la recuperación de la Barranca de Chapultepec, en donde existía un balneario que se extendía por más de cuatro kilómetros destacando la belleza natural del sitio, rodeado de cascadas, acantilados y vegetación selvática. Entre otras cosas,recomendaba mejorar los senderos peatonales y enmarcar los parajes de belleza paisajística, para lo cual impulsó la elaboración de un decreto especial que –a iniciativa del ejecutivo y sancionada por la legislatura local– declaraba la barranca como “Reserva Forestal Protectora de la Ciudad”. Más allá del nombramiento, el decreto establecía la creación de una comisión compuesta por delegados del gobierno del Estado, del gobierno Municipal y de un delgado de la Sociedad Forestal, quienes manejarían los subsidios correspondientes para el mejoramiento y conservación del sitio.
Sin embargo, el proyecto más ambicioso para Morelos sería el establecimiento del segundo gran vivero de propagación de árboles con el objeto de abastecer las plantaciones a lo largo de la carretera México-Acapulco a la salida de Cuernavaca. Los terrenos ocuparían una superficie cercana a las ocho hectáreas en el extremo sur de la ciudad, en el costado derecho de la citada carretera. La visión del presidente de la Asociación Forestal permitía sugerir que “El proyecto se ha formado no solo con el objeto de constituir un simple vivero de árboles, sino también con la mira de que más adelante, pueda servir como parque para el recreo y solaz, tanto de los turistas como de los mismos habitantes de la ciudad y su embellecimiento”.
Para tal fin, el trazo del vivero tomaría en cuenta perspectivas naturales, el tránsito peatonal, así como una explanada central para juegos infantiles y recreativos. Además, el parque-vivero estaría conectado a un edificio destinado a una Escuela Forestal para que los alumnos pudieran hacer sus prácticas de arboricultura en el mismo, contribuyendo así a desarrollar una cultura de la conservación, de la reforestación y del disfrute de los espacios públicos para los ciudadanos.
La riqueza ambiental de Cuernavaca está fuera de duda, y no obstante, la tarea de mantenerla como la ciudad de la eterna primavera depende de laconservación de los espacios públicos intraurbanos para que sean accesibles a la población y a los visitantes. No hay que olvidar que el espacio público es un concepto jurídico que responde a regulaciones específicas por parte de las administraciones correspondientes, y que asegura la prevalencia del dominio público para garantizar su accesibilidad además de un suelo libre de construcciones, excepto para el caso de equipamientos colectivos o servicios urbanos.
Es por ello que la importancia de los parques como espacios públicos emblemáticos de la ciudad radica en su potencial para el establecimiento del contacto entre los residentes, la expresión comunitaria y el fortalecimiento de los vínculos sociales. Recordemos que existen factores identitarios que convierten el espacio en parte de la historia y por ende, en una referencia para el arraigo de los habitantes de la ciudad, además de enriquecer las experiencias sensoriales de quienes visitan esta ciudad y la mantienen –hasta ahora– como un destino turístico reconocido por suvalor ambiental.