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Tepoztlán en la encrucijada

 

Alfonso Valenzuela Aguilera

Tepoztlán se rodea de un paisaje extraordinario que atrae a miles de visitantes, pero se debate ante el impacto del turismo en sus comunidades, el cualorienta las actividades de sus pobladores para hacerlas coincidir con la demanda de productos y servicios para aquellos que llegan atraídos por la historia y el misticismo del lugar. En ese contexto, el carnaval representa un atractivo que permite posicionar este sitio como punto de interés en la región, aún con el riesgo de cambiar la esencia cultural del ritual por la del espectáculo y que la población local se preocupe más por la venta de alimentos y bebidas a lo largo de la festividad que porparticipar activamente y disfrutar el evento. 

Como cualquier esfera de la vida social, las celebraciones tienen un trasfondo económico importante, y en el caso del carnaval de Tepoztlán, el financiamiento ha tenido distintos orígenes a lo largo del tiempo. En primera instancia depende de la cohesión comunitaria y sentido de reciprocidad existente, en tanto que también representa una fuente de ingresos para el ayuntamiento, por lo que este contribuye con recursos al igual que las empresas hoteleras, cerveceras y refresqueras, creando así las condiciones para que los rituales se conviertan en eventos de difusión masiva cuyo mayor atractivo es la cultura como espectáculo.

Los carnavales son festividades únicas que nos permiten introducirnos en mundos paralelos a nuestra cotidianeidad, animados por un sentido de liberación,tanto para participantes como para espectadores, además de funcionar como generadores de capital social, reactivar los vínculos comunitarios y recuperar las identidades compartidas. Estos procesos sutiles y extensivos nutren el carácter, la identidad y los simbolismos de una cultura que valoramos, y que hasta cierto punto, sólo pueden reproducirse mediante estos eventos y rituales cíclicos que nos pertenecen como comunidad.

Tenemos excelentes referentes sobre la escala, la mesura y la convivialidad en pensadores como Illich, Kohr y Schumacher, quienes siempre abogaron por definir y mantener los elementos justos para tener una vida significativa y plena. Un principio básico es el de la escala, en donde se busca evitar un impacto excesivo de la economía basada en la sobreexplotación de los recursos en la vida de las poblaciones, afectando de manera irreversible tanto el entorno como la cultura. Este probablemente sea el caso del carnaval de Tepoztlán, reconocido como un evento cultural importante además de ser uno de los más tradicionales de la región.

Después de dos años sin un carnaval presencial por causa de la pandemia, este año Tepoztlán recuperó dicha tradición teniendo amplia difusión en los medios de comunicación. Sin embargo, al día siguiente de su inicio, las comparsas unidas de Tepoztlán decidieron suspender su participación en el carnaval, debido “[…] a la falta de seguridad y desorganización que ponen en peligro a los habitantes y visitantes”. Para empezar, la afluencia de gente sobrepasó cualquier referente anterior, poniendo las calles a tope y dejando poco margen de operación a las fuerzas del orden destacadas para la vigilancia de la población. Más tarde, al momento de emprender la retirada, los visitantes se encontraron con el viacrucis de tratar de salir del pueblo en sus vehículos, lo que les llevaría entre dos y tres horas para lograr.

Entre los problemas evidentes de dicha situación reaparece la escala, en donde una cabecera municipal de 12 mil habitantes recibe en el carnaval entre 8 y 10mil visitantes durante el fin de semana, saturando en todos sentidos la capacidad de los servicios disponibles. Si a esto agregamos el excesivo consumo de alcohol en la vía pública, estaremos creando el caldo de cultivo para los conflictos y la violencia ocurridos recientemente. Al igual que lugares turísticos que han sido víctimas de su propio éxito, Tepoztlán se encuentra ante una encrucijada, en donde habrá de decidirse si las festividades se mantienen como espacios fuera de control, o se establecen límites, escalas y acuerdos básicos para el buen vivir.

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