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Jessica Rivera Hamed

 

Hace mes y medio apareció en mis redes el recuerdo del arranque de transmisiones, hace doce años, de Radio Chinelo: un proyecto colectivo que surgió en Cuernavaca en 2011 con el sueño de ser un espacio de encuentro, de diálogo; una radio comunitaria en la que la palabra fuera un puente para la construcción de otros mundos posibles o, por lo menos, de otros territorios posibles.

 

Las reuniones de planeación para la construcción de una radio comunitaria en Cuernavaca, (como las convocábamos) eran en el M33, un espacio de encuentro político de militantes de izquierda. El M33 inició siendo un grupo y luego se convirtió, de manera natural, en el nombre del lugar. Hay varios mitos y anécdotas alrededor del nombre, pero el que más me gusta es el de unos masones despistados que llegaron pensando que era un espacio de encuentro de su ¿institución? Resulta que el 33 es el mayor grado de la masonería, y bueno, nos llamábamos unas/os a otros/as “compañeras/os”.  Pero lo simpático del asunto era que el nombre no guardaba complejidad ni secreto, el lugar se ubicaba en la calle de Matamoros número 33 y fue la forma más sencilla de nombrarle. Con el tiempo, las personas nos ubicaban como “el M”, un lugar que igual fue espacio de encuentro del movimiento Obradorista, galería de arte, foro para conciertos, bar clandestino (como nos llamaron) o centro cultural multidisciplinario. También había un espacio de medicina tradicional y otro de comida vegana.

 

Esta vez sólo me enfocaré en contar sobre Radio Chinelo, un proyecto que sembró y cosechó tanto, que mi versión es sólo una parte de todo lo que se vivió en apenas 5 años activos del proyecto.

 

Los primeros momentos de organización eran diálogos que duraban hasta las dos de la mañana sobre el por qué y para qué de una radio comunitaria en una ciudad como Cuernavaca: ¿Somos una comunidad? ¿Qué cosas tenemos qué decir? ¿Seremos una radio comunitaria o una radio urbana? ¿De dónde sacaremos fondos para subsistir? El compromiso de todas las personas que participábamos era esperanzador, todas éramos parte fundamental del proyecto y dedicábamos todo el tiempo que podíamos.

 

Como antecedente teníamos un taller de radio que impartieron integrantes de la Red de Radios Comunitarias del Sureste Mexicano a integrantes del “M”. Nuestra aspiración era poder montar nuestro transmisor y poder usar el espectro radioeléctrico para llegar vía frecuencia modulada lo más lejos posible. 

 

En poco tiempo nos dimos cuenta de nuestras condiciones reales: iniciar, como la mayoría de los proyectos de radio comunitaria, por la vía clandestina, montándonos a una frecuencia disponible en FM y luego pelear el permiso en la Secretaría de Gobernación, estaba lejos de nuestras posibilidades. Nuestro territorio y la comunidad organizada que representábamos no se parecía a la de los proyectos de la Red de Radios de Oaxaca, ni a la de Amecameca ni a la de Radio Tepoztlán.

 

Organizamos varias tocadas “por una radio comunitaria en Cuernavaca”, bandas de reggae, funk y metal participaron en los conciertos para recaudar fondos y poder arrancar.

 

Decidimos empezar por internet. Conocíamos algunos proyectos de radio por internet en el país, pero ninguno en Morelos. Apenas se empezaba a utilizar el Facebook y fue la una de las plataformas de difusión que utilizamos para dar a conocer el proyecto que se escuchaba en el portal www.radiochinelo.mx

 

“Transmitiendo alegría y esperanza, a todos los portales del mundo”, Radio Chinelo, todas las voces, decía uno de nuestros spots. Arrancamos llenos de convicciones, de esperanzas y con la certeza de que lo que hacíamos era necesario para nuestra ciudad. 

 

El 28 de marzo del 2011, poco más de dos meses después, la cabina de tablaroca que habíamos construido dejó de utilizarse pues tuvimos que salir a transmitir desde un plantón, junto a la Red por la Paz que más tarde sería el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

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